martes, 17 de enero de 2012

¡Soy muy joven para morir!

Era una bonita mañana de primavera. Juan, el granjero, salió con su bolsa de semillas a sembrar en los surcos que había preparado el día anterior.
Trabajó y trabajó hasta que el sol se puso. ¡Qué contento estaba! Había sembrado todas sus semillas de trigo y se fue a dormir pensando en toda la harina y todo el pan que, cuando hayan crecido, se podrá hacer.
Al día siguiente, cuando soltó las gallinas para limpiar el gallinero, una de ellas encontró en el camino un grano de trigo que a Juan se le había caído. Presta se dirigió hacia él y cuando estaba a punto de comérselo, el grano de trigo, de rodillas le dijo: -por favor, no lo hagas, ¡Soy muy joven para morir!

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