domingo, 22 de enero de 2012

Clara, otra de mi hija

Clara es una canción compuesta e interpretada por Dalila Tessari con arreglos para guitarra de Marcelo Lucena Iglesias.
El videoclip fue grabado en Madrid en diciembre de 2011 y editado en enero de 2012 en el estudio de MadridFilms.
Dirección y edición de Guille Mealla.

Mi hija Dalila ¿A qué es buena?

El sentimiento.


Pienso.
“hazlo… ¡ahora!”
Ni un músculo se digna a moverse.
Me entra la angustia.
“¿qué pasa?”
La voz no sale, sale aire.
Quiero decirlo; mi corazón bombea veloz y violentamente.
Pasa el momento.
Sigue el nervio vivo en mi piel y tiemblo.
“¿estás bien?”
Suspiro largamente.
“Si.”

“En el centro mismo de uno. Ahí es donde nace, ahí es donde germina y crece como planta trepadora, y como la misma va trepando aferrando sus finas pero resistentes ramas a todos los huecos que encuentra. Penetra hasta lo más hondo de nuestro ser exigiendo ser alimentado.”
-¿pero el qué? abuelo, ¿el qué?- replica el niño soltando a continuación un resoplido de impaciencia.
“El Sentimiento.”

viernes, 20 de enero de 2012

Y este cuento se acabó

Última entrada, antes que el blog se convierta en calabaza y me encuentre chupando un palo sentada sobre mi portátil.
Lamento contradecirte, he aprendido un montón, de literatura, de enseñar (como dirían los chicos), de la vida, del arte, de tener los años que se tengan y andar por la vida como a uno le da la gana… De tener cosas en la cabeza y que las digas, de saber que digo cosas que tenés en la cabeza (y hasta escribo en argentino).
Hoy me di cuenta que llevo un mes trabajando para este blog sin parar y si bien –confieso- desayunarme con que tengo un fin de semana sin nada en la agenda me parece un milagro, confieso también que disfruté, con mayúscula, DISFRUTÉ.

Y como dice el bolero:
Contigo aprendí
Que puedo hacer un power point.
Contigo aprendí
A conocer cómo hacer un blog

Aprendí
Que las clases tienen más de una hora y media
A hacer mayores mis contadas y mis cuentos
Y lo del péndulo contigo lo aprendí.

Contigo aprendí
Que la utopía puede estar en cualquier parte
Contigo aprendí
Que tu presencia me conecta con mi infancia

Descubrí
Que puede un cuento ser más fácil
Y ligero
Que puedo irme a escribir una poesía
Las cosas bellas de escucharte las viví

Y contigo aprendí
Que yo leía aunque después te conocí.

Y aunque titule esta entrada “este cuento se acabó” espero que este blog no se acabe, que cada tanto lo visites y sigas corrigiendo mis cosas y enseñándome más.
Gracias Maestra

De literatura, niños y escuela

No todo lo que reluce es oro:

De todos los textos escritos, solamente algunos son textos literarios. Para serlos, tienen que reunir determinados requisitos pero el fundamental es que tienen que cumplir una función poética, tener una intención artística y estética a través del cual dan a conocer una época, un sistema social, una crítica, etc. o, simplemente, entretener a los lectores.
Por sus características podemos clasificarlos en diferentes géneros: poesía, narrativa (novela y cuentos) y teatro.
Pero también se escriben muchos textos que cumplen con otras funciones. A este tipo de textos se los conoce con el nombre de “paraliteratura”, que significa: al lado de la literatura. Son las biografías, ensayos, textos didácticos, diccionarios, libros de cocina, guías de viajes, etc.

La literatura y los niños, breve historia de la literatura infantil:

Las historias se han contado desde el principio de los tiempos, alrededor del fuego, los niños participaban de las escenas junto con los adultos pero tuvo que pasar mucho tiempo antes que se pueda hablar de literatura infantil como tal ya que dichas historias no fueron pensadas para ellos. La literatura infantil surge a finales del siglo XIX.
En la edad media no existía el criterio de infancia como un período diferenciado, con sus propias pautas evolutivas y de desarrollo, los niños eran vistos como pequeños adultos, algo torpes, que irían mejorando con el tiempo. A los que se debía instruir y moralizar para hacer de ellos hombres y mujeres de bien.
Esto no significa que no hayan estado en contacto con la literatura, los trovadores y juglares se encargaban por entonces de transmitir relatos, aún la literatura escrita no estaba al alcance de todos, estaba en manos del clero y otros estamentos. La literatura, por entonces, intentaba inculcar valores basada en un concepto más bien didáctico y moralizante, generalmente de carácter religioso.
Por entonces, adultos y niños compartían la literatura, como las Cantigas de Alfonso X el Sabio (1252-1284), o un siglo más tarde el Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio (1335) de Don Juan Manuel, colección de cincuenta apólogos dirigida a niños y adultos. Este mismo autor escribió el Libro de los estados o libro del infante, también de tipo didáctico. Los diferentes temas que aparecen a lo largo de toda su obra son muy variados: ricos y pobres, nobles y plebeyos, mercaderes, frailes, burgueses y prelados están presentes en ella. Con ello Don Juan Manuel muestra la realidad española de la época en toda su riqueza y complejidad.

Los libros para niños que existían en esta época eran abecedarios, silabarios, bestiarios o catones (libros llenos de sentencias que seguían a los abecedarios) que contenían normas de comportamiento social y religioso.
La invención de la imprenta permitió que los niños tuvieran libros con historias que solo conocían por sus versiones orales. Uno de los primeros que se editó en España fue el Isopete historiado, en el año 1489. Se trataba de una traducción al castellano de las fábulas de Esopo, con grabados en madera. En la misma imprenta, la de Juan Hurus en Zaragoza, se editó en 1493 una versión del Calila e Dimna, el Exemplario contra los engaños y peligros del mundo, que avisa en su prólogo que se trata de un libro tanto para adultos como para los niños.

En los siglos XVII Y XVIII aparecieron nuevos creadores: en España, Sebastián Mey, con el Fabulario de cuentos antiguos y nuevos (1613), que reúne una colección de 57 fábulas y cuentos que terminan con un dístico moralizador, y en Francia Jean de la Fontaine, autor de las Fábulas (1688).

En 1745, John Newbery abrió en Londres la primera librería y editorial para niños, La Biblia y el Sol, y editaron gran número de obras. En 1751 lanzó la primera revista infantil del mundo: The Lilliputian Magazine. En España, la primera revista infantil se publicó en 1798: La Gaceta de los Niños. En Inglaterra aparecieron dos libros de gran trascendencia: el Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe (1679-1731) y Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift (1667-1745).
  Los filósofos y pensadores de la época comenzaron a considerar que el niño necesitaba su propia literatura, por supuesto con fines didácticos, y en España Tomás de Iriarte (1750-1791) escribió unas Fábulas literarias (1782) por encargo del ministro Floridablanca, y Félix Mª Samaniego (1745-1801) publicó sus Fábulas (1781).

El padre Coloma (1851-1915) escribió una novela histórica muy didáctica e idealizada, dirigida a los niños, Jeromín, sobre la infancia de don Juan de Austria y que supuso una manera nueva de contar la historia con fines claramente didácticos.

En 1876 se creó la editorial de Saturnino Calleja, de fundamental trascendencia para la literatura infantil española. Calleja editó casi todo lo que se escribía para los niños en el mundo: son los famosos Cuentos de Calleja, en colores, con ilustraciones y a precios muy asequibles.

De este modo, el siglo XIX, que había comenzado su andadura poniendo al alcance de los niños un mundo mágico poblado de duendes, hadas, fantasmas y brujas, terminó ofreciéndoles una literatura que se beneficia e incluso anticipa los adelantos científicos de la época.
En los Estados Unidos Mark Twain  (1835-1910) publicó Las aventuras de Tom Sawyer (1876), que narra las travesuras de un niño corriente, que se aleja mucho de la imagen de niño modelo que preconizaba la literatura infantil hasta este momento.
E. T. A. Hoffmann (1776-1822) escribió Cuentos fantásticos en los que lo extraordinario se une a lo maravilloso como en El cascanueces o El cántaro de oro.
Otro de los grandes protagonistas de la literatura infantil universal aparece también por esas fechas, Pinocho (1883), del escritor italiano Carlo Collodi (1826-1890), un muñeco de madera que termina convirtiéndose en un niño de carne y hueso, como símbolo de la evolución hacia la toma de conciencia por parte del niño. Collodi consiguió un personaje atractivo y universal que adelantaba las nuevas tendencias de la literatura infantil del siglo XX.

España se incorpora tarde al gran auge de la literatura infantil en este siglo. Es cierto que hay autores de prestigio que dedicaron algunas obras a los niños, como Valle-Inclán, con La cabeza del dragón; Jacinto Benavente, autor de El príncipe que todo lo aprendió en los libros, o Eduardo Marquina, que escribió La muñeca irrompible.

 El 24 de junio de 1928, Elena Fortún regaló a los niños su fantasía desbordante, y con las palabras que ellos mejor podían entender, comenzó a contar la historia de Celia, una niña de siete años que cuestionaba a los mayores y a un sistema educativo empeñado en frenar su imaginación.
Niños y mayores la podían leer en el suplemento infantil de la revista Blanco y Negro, "Gente Menuda", y a partir de 1930 en los libros que fue publicando la editorial Aguilar: "Celia, lo que dice", "Celia, en el colegio" y "Celia, novelista", en los que la protagonista fue creciendo hasta cumplir los diez años, y a los que siguieron algunos más, hasta llegar al año 1948, en el que Celia adulta, se despide de sus lectores.

En 1939, Gloria Fuertes aparece como redactora de la Revista Infantil "Maravillas", donde publicaba semanalmente cuentos, historietas y poesía para niños, hasta el año 1953. 
En 1972 recibe Beca March para Literatura Infantil, que le permite dedicarse por entero a la literatura. 

Entre las escritoras y escritores que gozan actualmente de un reconocimiento merecido, figuran Montserrat del Amo, premio Lazarillo en 1960 por su obra Rastro de Dios; Carmen Vázquez Vigo, Mambrú no fue a la guerra (1970); Ana María Matute, una escritora de adultos que ha escrito libros de gran calidad para los niños, en los que combina una rica fantasía con un tono poético y la excelente construcción de sus obras, El saltamontes verde o El polizón del Ulises, premio Lazarillo 1965; Carmen Kurtz, creadora de un personaje, Oscar, un simpático chico de 12 años, y que en 1964 ganó el Premio CCEI con Oscar, cosmonauta, y el Premio Lazarillo en 1964 por Color de fuego.

Desde los 80 hasta nuestros días estamos asistiendo a un "boom" espectacular de la literatura infantil en España. Proliferan editoriales, títulos, premios, revistas especializadas. Parece, a simple vista, que estamos viviendo la edad de oro de la literatura infantil española.
Dentro de la última generación de autores, además de algunos que ya hemos mencionado, tenemos a Joan Manuel Gisbert, Jordi Sierra i Fabra, Pilar Mateos, Concha López Narváez, Carlos Murciano, Alfredo Gómez Cerdá, Carlos Puerto y muchos más.
Las editoriales de esta última década son Edelvives, Gaviota, Alfaguara, Noguer, SM: creadora de la serie "El Barco de Vapor" que genera un nuevo concepto en la organización por edades en la literatura infantil, "Gran Angular" o "Alerta Roja". Editoriales más consagradas ceden su parte a favor de la literatura infantil: Espasa-Calpe, Planeta, Anaya.... Además se editan viejas reliquias como es el caso de los Cuentos de Calleja por José Juan de Olañeta o las Enciclopedias Álvarez y las aventuras de Antoñita.
En los años 80 y en los 90,  España, en paralelo al resto de naciones europeas edita, hacia 1987, más de 35.000 libros de literatura infantil.

Otros grandes de la literatura infantil a lo largo del tiempo:

- Roald Dahl: (Llandaff, 1916 - Oxford, 1990) Escritor británico conocido especialmente como autor de narraciones infantiles y juveniles, pese a que su producción para adultos fue también de destacable calidad. Su primer libro para niños ha sido Los “gremmlins” (1943). Pronto obtuvo grandes éxitos con títulos como “James y el melocotón gigante” (1961), “Charlie y la fábrica de chocolate” (1964) y “Matilda”, uno de sus últimos libros.
Para ver más: www.roalddahl.com
- Laura Devetach: Escritora argentina,  nació en Reconquista, provincia de Santa Fe, el 5 de octubre de 1936. En el ámbito editorial, fue codirectora de las colecciones de libros para niños: El Pajarito Remendado, Pajaritos en Bandadas, El Pajarito Empilchado, Los Morochitos y Los Fileteados de Ediciones Colihue. Desde su fundación y hasta 1998, integró el Consejo de Dirección de la revista La Mancha, Papeles de Literatura Infantil. Autora de “Cuentos que no son cuentos”, “La torre de cubos”, “Historia de ratita”, “El monigote en la pared”, “La planta de Bartolo”, entre muchísimos otros.
- Michael Ende: (Garmisch-Partenkirchen, 1929 - Roma, 1995) Narrador alemán especializado en literatura infantil. Hijo del pintor surrealista Edgar, quizás heredara de su padre el gusto por la imaginería fantástica y por la extraña plasticidad de las imágenes. Empezó a escribir desde muy joven, inicialmente atraído por el teatro, pero pronto se hizo más intenso su gusto de puro "fabulieren", que encontró su adecuada forma expresiva en la literatura juvenil. En 1958 escribió su primer libro, “Jim Botón y Lucas el maquinista”, que no sería publicado hasta 1960, seguido, en 1962, de “Jim Botón y los trece salvajes”. No obstante haber sido traducido y premiado en muchas ocasiones, el verdadero gran éxito le llegó con “Momo” (1972), novela-fábula que es bastante más que un libro para muchachos: narra la historia de una niña que se enfrenta a los ladrones del tiempo y reconquista el tiempo para los hombres. La fama internacional del escritor se consolidó con “La historia interminable” (1979)

- María Gripe: fue una escritora sueca de literatura infantil nacida como María Walter (25 de julio de 1923, Vaxholm – 5 de abril de 2007) en reconocimiento a su talento y creatividad, en 1974 se le concedió a Gripe la prestigiosa medalla Hans Christian Andersen, un galardón que realzó su carrera al igual que el resto de las distinciones que recibió la autora a lo largo de su trayectoria, entre las que pueden mencionarse al Premio Nacional del Ministerio de Cultura español, el Honnor Award de Estados Unidos, el Premio Astrid Lindgren y el Hjälmar Bergman. Uno de sus temas favoritos es la vida de los adolescentes pero muchos de sus libros tienen toques de misterio. Dentro de toda su bibliografía podemos destacar títulos  como “Hugo y Josefina”, “La hija del espantapájaros”, “El papá de noche”, “El abrigo verde”, “Los escarabajos vuelan al atardecer”, “Aquellas blancas sombras en el bosque”, “El rey y el cabeza de turco” y “El túnel de cristal”.
- Ana María Machado: (Río de Janeiro, 1941) es autora de varias novelas para adultos y cerca de un centenar de libros para niños, muchos de ellos traducidos a distintos idiomas, En 1996 fue candidata por la FNLIJ, sección brasileña de IBBY, al premio Hans Christian Andersen y finalmente obtuvo este premio en el año 2000. En 1979 abrió en Río de Janeiro la primera librería infantil brasileña, Malasartes, que dirigió hasta marzo de 1996. Entre 1990 y 1994 se convirtió en editora de libros infantiles y fue una de las directoras de Quinteto Editorial. Entre sus obras encontramos: “El domador de monstruos”, “Del tamaño justo” y “Palabras, palabritas y palabrotas”.
- David McKee: Ilustrador británico (1935). Nació en Calabria, Italia, de padres ingleses. Pasó su infancia y creció en Tavistock, South Devon. Estudió arte, colaboró con tiras cómicas en diarios y revistas y trabajó en series de dibujos animados, antes de publicar, en 1964, su primer álbum ilustrado. Algunas de sus obras son: “Ahora no, Fernando” (1980), “No quiero el osito” (1982) y “Elmer” (1989)
- Christine Nöstlinger: nació el 13 de octubre de 1936 en la ciudad de Viena, supo convertirse en una de las autoras de literatura infanto-juvenil más destacadas de la lengua alemana. su producción literaria incluye obras como “Me importa un comino el rey Pepino”, “Un marido para mamá”, “Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas”, “Mi amigo Lucki-Live”, “Una historia familiar”, “Querida Susi, querido Paul”, “Gretchen se preocupa”, “Un gato no es un cojín”, “Rosalinde tiene ideas en la cabeza” y “Olfato de detective”, entre muchas otras.
 - Gianni Rodari:  escritor, maestro y pedagogo italiano (Omegna, 23 de octubre de 1920- Roma, 14 de abril de 1980), Premio Hans Christian Andersen en 1970. Su principal obra teórica es Gramática de la fantasía, una recopilación de charlas en la que expone un concepto fundamental en la literatura infantil y juvenil del siglo XX: el binomio fantástico. Escribió “El libro de las retahílas”, “Las aventuras de Cipollino”,  “Cuentos escritos a máquina”, “Gelsomino en el país de los mentirosos”, “Las aventuras de Tonino el invisible”, “Los enanos de Mantua” y “Los traspiés de Alicia Paf”, títulos de su autoría que permitieron descubrir su talento como creador de historias.

Características de la literatura infantil:

La literatura infantil es una literatura de receptor implícito. Este significa que está escrita (diseñada y producida) de manera direccional para un público específico y por lo tanto debe atender a ciertas pautas:
·         Los temas que aborden los autores deben estar relacionados con los intereses de los niños de modo tal que se puedan identificar con ellos.
·         Las historias deben tener en cuenta las etapas de desarrollo de los niños estudiadas por la psicología evolutiva.
·         Lo formal también es relevante. Para cada etapa es necesario tener en cuenta la relación entre ilustración y texto, tanto en su sentido estético como en su relación con el mensaje, si lo ilustra, lo complementa o se integran el uno en el otro; el tamaño de la tipografía, la cantidad de páginas, el tamaño, etc.

Nunca llueve a gusto de todos:

No obstante, aunque un libro responda a las pautas mencionadas anteriormente y haya sido bien seleccionado por el maestro,  es difícil encontrar que un solo texto sea del gusto de todos los niños de una misma clase. Esto ocurre por los más diversos motivos: si bien todos tienen el mismo rango de edades, el desarrollo evolutivo no entiende de calendarios; si bien todos viven en la misma ciudad y generalmente en el mismo barrio, no todos los niños tienen la misma experiencia de vida y los mismos anhelos y necesidades; si bien todos van a la misma clase, no todos tienen las mismas habilidades lectoras y de comprensión para relacionarse con un texto.
Este tema es crucial porque del encuentro que el niño pueda establecer con el libro depende su formación como lector en el sentido del anhelo que pueda ser par él encontrarse con más historias. También depende de las experiencias previas. No es lo mismo un niño al que le han contado y leído muchas historias, cuentos, leyendas que otro que establece contacto con ellas en la escuela y aunque todos tenemos la imagen de la abuelita que cuenta cuentos a los niños cuando se van a la cama, en la vida moderna, esta es una imagen bucólica que prácticamente no existe.
Hay que sumarle a eso la invasión mediática, no solo porque la vida de los niños está invadida por imágenes permanentes (que habitualmente no son saludables  para él) sino porque estas imágenes le dificulta, para comenzar, desarrollar dos aspectos importantes para su vida a estas edades: la representación mental y la voluntad. No es lo mismo para un niño la “Caperucita roja” que se imagina, con su bosque, su lobo, su cestito, la casa de su abuela, etc. Que ver una imagen audiovisual donde “Caperucita” y todas los demás elementos son iguales para todos. Es tan potente esta imagen que barre con todas las imágenes individuales dejando a todos los niños en la creencia de que esa es la imagen verdadera.
Por lo tanto, como maestros, tenemos una delicada tarea: elegir los libros que leerán nuestros niños.

Para ello podemos valernos de las más variadas ayudas:
SM, a través de su colección Barco de vapor, ofreció ciertas pautas que permiten realizar una primera selección:
Serie blanca: Primeros lectores
Serie azul: 6-8 años
Serie naranja: 8-10 años
Serie roja: 10-12 años
El resto de las publicaciones están definidas como literatura juvenil.
El rango de edades ya queda definido, luego habrá que realizar una segunda criba relacionada con los temas. No será lo mismo en cuanto a intereses y necesidades si somos maestros de un entorno urbano o de uno rural, si nuestra escuela acoge niños con necesidades pedagógicas especiales o si pertenece a un barrio que necesita de un trabajo sobre la multiculturalidad. Esto requiere de una investigación más profunda que la edad misma.
Presentaré unos datos útiles que permiten realizar una selección exitosa de libros, está basada en la organización de la narrativa en Pedagogía Waldorf. No la incluyo de manera azarosa o porque sea mi campo de investigación desde hace años sino porque en toda la información que he ido encontrando hay muchas coincidencias pero en ellas no se explican los motivos anímicos que permiten al niño acoger estas historias de buen grado.
Un niño o niña de 6 a 8 años necesita básicamente la fantasía que se puede encontrar en los cuentos de hadas, en especial, aquellos que cuidan que el elemento arquetípico de los mismos esté cuidado, por ejemplo las buenas versiones de las compilaciones de los Hermanos Grimm, donde el bien siempre vence al mal y todos son felices para siempre, en un lugar muy lejano, que nadie conoce y hace mucho, mucho tiempo, pero que nunca sabemos la fecha (Ver Bruno Bettelheim, El psicoanálisis de los cuentos de hadas). Los cuentos de animales, las fábulas, que se presentan en formas duales de diversas cualidades humanas (la astucia de zorro, la bondad e inocencia de los corderitos); a su lado, las historias de personajes notables por motivos que resalten la bondad humana y les ayuden a descubrirse a sí mismos en el marco de esas cualidades. Esto no descarta muchas otras publicaciones que sin ser incluidas en este marco de referencia son muy útiles y necesarias para la vida de los niños. (Dentro de mi historia como lectora y maestra, la editorial Kalandraka, dispone de muchos buenos ejemplos)
En adelante, para el resto de los cursos de la escuela primaria (9 a 12 años), epopeyas, cuentos fantásticos y de aventuras, cuentos clásicos, la mitología. Según sea la edad, los niños necesitan las más diversas explicaciones sobre los orígenes de la historia de la humanidad. La pedagogía Waldorf propone la siguiente secuencia para educación primaria: El origen del mundo desde la perspectiva del Antiguo testamento (3º clase), no en su carácter religioso sino comprendido como una mitología, una mirada que explica el principio. La mitología nórdica (4º clase), los mitos hindúes y persas, las historias egipcias y la mitología griega (5º clase), las narraciones romanas y por último, las epopeyas medievales y los relatos artúricos (6º clase). El fundamento teórico que sustenta esta secuencia está basado en que el niño, en cuanto a su desarrollo anímico, transita por las etapas evolutivas por las que transitó la humanidad en su conjunto hasta llegar al presente (el resto de las etapas se sigue trabajando en educación secundaria, desde el renacimiento hasta la actualidad). Del mismo modo que en la etapa anterior, incluye otras historias de autores de la literatura infantil.

Otros criterios para la selección de libros:
El contexto en el que ocurre la acción: de lo más cercano a la galaxia. Así como los niños van construyendo las nociones espaciales, siendo que primero ellos son el centro, que luego pasan a verlo desde lo alto, que finalmente lo contemplan desde el exterior, del mismo modo los relatos tienen que estar relacionados en cuanto a su espacialidad.
El estilo y la expresión escrita: el lenguaje será rico en vocabulario aunque cercano al universo del niño. También deberá ser rico en imágenes lingüísticas que le posibiliten desarrollar tanto la representación mental como su comprensión lectora. Irá creciendo en complejidad a medida que el niño crece.
Los temas: tendrán relación con la vida del propio lector en su momento evolutivo. Es importante que la temática de la obra interese y despierte la curiosidad del niño.
Los personajes: con los personajes ocurrirá algo parecido que con el contexto. Del egocentrismo a mirar el mundo desde diferentes puntos de vista, primero se mostrarán más cercanos a lo cotidiano del niño. El/los protagonistas es un elemento fundamental, deberá ser un personaje con el que el lector se identifique.

Dentro de la literatura infantil podemos clasificar los textos por su género:
El género narrativo: En la obra se suceden una serie de acontecimientos (reales o ficticios) que se relatan, suelen estar escritos en prosa, en primera persona o a través de la figura de un narrador; generalmente respetan la forma clásica: presentación, nudo y desenlace. A este género pertenecen los cuentos y las novelas.
Dentro de ellos podemos encontrar los textos de autor y los textos folklóricos (estos últimos serán desarrollados en otra entrada al blog)
Cuentos o novelas fantásticas: La historia puede transcurrir en un lugar real o imaginario, los personajes, que tienen una vida normal, son sorprendidos por un suceso imposible de imaginar en ese contexto que cambia completamente el curso de los acontecimientos. Un gran ejemplo es Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carol.
Historias de amor: el tema central de estos cuentos es la relación emocional y afectiva entre los personajes. Un ejemplo encantador es “Historia de un amor exagerado” de Graciela Montes.
Cuentos de terror: historias que tienen como objetivo provocar una intriga o desasosiego mientras ocurre la acción que finalmente queda resuelta con felicidad.
Relatos de viajes: Pueden ser reales o imaginarios, como el caso de “El viaje de Salomón” de Úrsula K. Le Guín. Los personajes realizan viajes para conseguir sus objetivos, se caracterizan por tener ricas descripciones los lugares a los que van los protagonistas y las peripecias que deben resolver durante los mismos.
Y más relatos que aquí no desarrollaremos.
El género lírico: Se llama así porque en la antigua Grecia este género se cantaba, y era acompañado por un instrumento llamado lira. Su forma más habitual es el verso y la primera persona. Comunica las más íntimas vivencias del hombre, lo subjetivo, los estados anímicos. En su concepto más vasto comprende además de la oda, la canción, la balada, la elegía, el soneto e incluso las piezas de teatro destinadas a ser cantadas, como las óperas y dramas líricos. En lenguaje usual, sin embargo, designa casi exclusivamente la oda que, según las formas que reviste toma los nombres de ditirambohimnocantatacántico, etc. La métrica y el ritmo de los poemas depende exclusivamente del poeta o el escritor. Pueden ser poemas, juegos de palabras, adivinanzas, nanas. Por ejemplo:
Poema al tomate de Elsa Borneman

Ay! ¡Qué disparate! 
¡Se mató un tomate! 
¿Quieren que les cuente? 

Se arrojó en la fuente 
sobre la ensalada 
recién preparada. 

Su vestido rojo, 
todo descosido, 
cayó haciendo arrugas 
al mar de lechugas. 

Su amigo el zapallo 
corrió como un rayo 
pidiendo de urgencia 
por una asistencia 

Vino el doctor Ajo 
y remedios trajo. 
Llamó a la carrera 
a Sal, la enfermera. 

Después de secarlo 
quisieron salvarlo, 
pero no hubo caso: 
¡estaba en pedazos! 

Preparó el entierro 
la agencia “Los Puerros”. 
y fue mucha gente... 
¿quieren que les cuente? 

Llegó muy doliente 
Papa, el presidente 
del club de Verduras, 
para dar lectura 
de un “verso al tomate” 
(otro disparate) 
mientras, de perfil 
el gran perejil 
hablaba bajito 
con un rabanito. 

También el laurel 
(de luna de miel 
con doña nabiza) 
regresó de prisa 
en su nuevo yate 
por ver al tomate. 

Acaba la historia: 
ocho zanahorias 
y un alcaucil viejo 
forman el cortejo 
con diez berenjenas 
de verdes melenas 
sobre una carroza 
bordada de rosas. 

Choclos musiqueros 
con negros sombreros 
tocaban violines, 
quenas y flautines, 
y dos ajíes sordos 
y espárragos gordos 
con negras camisas 
cantaron la misa. 

El diario “ESPINACA” 
la noticia saca. 
HOY, QUÉ DISPARATE! 
¡SE MATÓ UN TOMATE! 

Al leer, la cebolla 
llora en su olla. 
Una remolacha 
se puso borracha. 
—¡Me importa un comino! 
—dijo don Pepino... 
y no habló la acelga 
(estaba de huelga). 


El género dramático: Los personajes, a través del diálogo, interactúan entre sí y avanzan en la trama; destacando que, en este tipo de obra, el texto está escrito con la finalidad de ser representado por unos actores. Dentro de este género cabe destacar dos posibilidades, las obras escritas para ser representadas para niños y las obras para ser representadas por los niños.
Otra forma de asegurarnos el éxito en la elección de un libro infantil es consultar librerías especializadas y bibliotecas infantiles o bien buscar en la red páginas web especializadas en el tema, de autores conocidos, buscar autores premiados, etc. Algunas opciones para estar al tanto de las novedades pueden ser:
Webgrafía utilizada:

miércoles, 18 de enero de 2012

en los finales nos encontramos con los principios

Reflexión:
Que no soy española, soy argentina.
Alucino cuánto saben mis hijos de vuestra tierra, que no es la mía. Hablan con naturalidad de más de mil temas mientras yo los miro.
España, difícil para mí, quizás Finlandia sería mejor, la claridad de no saber. La necesidad de comprender.
Este bloque me retrotrae a mis primeros días aquí. Soy cuentacuentos y también argentina, contaba cuentos en bibliotecas en Galicia y comenzaba con un paralelismo ¿qué quiere decir pollera (falda)? ¿Qué quiere decir remera? (camiseta), ¿qué quiere decir…? Palabras que tendremos que traducir, que yo tendré que traducir y a su vez usarlos para jugar. ¿Para jugar? Y sí, soy argentina y me puedo dar el lujo de jugar con las palabras. Las palabras que me permitan expresarme.
No obstante, este bloque me permitió organizar y sistematizar muchos conocimientos que tenía sueltos y deshilachados, actualizarlos, volver a pensarlos.
También me permitió conocer mucho de la historia de la literatura infantil en España, lo considero de gran utilidad ya que mi desempeño profesional es aquí y ahora. Esto me permite poner en contexto asuntos culturales que intervienen en el inconsciente colectivo de las personas con las que trabajo. Compañeros, padres, alumnos.
Del mismo modo he aprendido cómo, pese a la poca información que surgía en las sesiones (aportada por nosotros, los alumnos), se iba construyendo un marco teórico rico y vivo, lleno de posibilidades. Esto, y la creatividad y sentido del humor de  la docente (Irune Labajo) me llevaron a disfrutar de cada clase y del trabajo realizado para este blog.

Despedida o "Y Mariana"


Pienso que he llegado al final
Al final todo se hace más claro
Más claro que la mañana
Mañana te cuento mi luz
Mi luz, que no descansa y agradece
Agradece el encuentro
El encuentro de imaginarte/me mientras hablas
Mientras hablas y mis imágenes despiertan
Despiertan llenas de Mariana
Y Mariana, quiere ser canción.
Gracias Irune. Diana

Navegar, siempre navegar... Escribir, escribir

Recuerdo una canción: Navegar…, siempre navegar. Navegar…, navegar.
Podría decirse y no solo por cambiar palabras: escribir…, siempre escribir. Escribir…, escribir.
Navegar me habla de aventuras, de coraje, de echarme a la mar, de ser timonel, o de estar –muerto de miedo- escondido en el sótano del barco para no enterarme del alto de las olas.
Escribir es un reto a la imaginación, es un acto de coraje y por sobre todo un viaje, una aventura.
Si bien Horacio Quiroga afirma en <Los “trucs” del perfecto cuentista> que para comenzar a escribir debemos conocer hasta el final de la historia, mi experiencia me confirma que escribir es muchas veces subirse a un barco, imaginar un destino y quizás, llegar a otro lugar.
Escribir es como navegar, con sus tiempos de remanso, con sus huracanados vientos, con sus olas de gran altura…
Y no lo dudo, mis alumnos viven de mi entusiasmo, de mis retos, de mis anhelos; ellos no saben cuáles son, solamente sienten cómo respira en mí una idea. Si esa idea está bien anclada –y nunca tan bien dicho- seguro florece o marece o rioece.
Se puede escribir de todo, para todos, con todo y con todos. Una receta de cocina se puede transformar en una carta de amor, una guía turística en invitación a una aventura. Todo puede convertirse en principio, lo demás te lo regala tu imaginación.
Escribir es simplemente un acto de amor. Si como maestros somos capaces de embarcarnos en esta maravillosa aventura, seguramente llegaremos a buen puerto.
¡Qué ola más grande! Estoy toda mojada, ¿alguien tiene una toalla?...

El singular valor de la palabra

Soy consciente que la literatura Española y su historia no son un contenido que se trabaje en la etapa de Educación Primaria, del mismo modo sé que la historia de la literatura española tiene imágenes y figuras muy afines a las necesidades y anhelos de los niños de estas edades y también reconozco que el ser maestro nos pone en un lugar privilegiado a la vez que difícil, somos los responsables de la educación –que no de la instrucción ni del acopio de información- de un grupo de niños. En especial me ocurre que al ser maestra Waldorf acompaño al mismo grupo desde su entrada a la escuela en primera clase hasta su salida en sexto. Menuda responsabilidad. Esto me refresca la reflexión de que para poder educar, siempre tenemos que tener un gran baúl lleno de saberes, no porque vayamos a ponerlos en juego sino porque son nuestra plataforma de lanzamiento. Podemos hablar de los caballeros, de los reyes, de los juglares pero si ese tema del que hablamos cala hondo en nosotros, los maestros, si sabemos de él, aunque solamente agreguemos dos datos, una anécdota, una nota de color, ese aprendizaje será para nuestros alumnos más rico, interesante y hasta podría decir apasionante. Dentro de mi experiencia puedo reconocer que de aquellos temas que sé mucho (y digo poco) los niños entran con entusiasmo, alegría y buscan más allá. No es la literatura el tema que más sé, quizás el arte o la física, pero este bloque me ha dado la posibilidad de adentrarme en un maravilloso mundo que, en su proceso histórico, de la mano del aporte singular del penduleante recorrido, me ha llevado a conocer, con algo más de profundidad la literatura española. Si a esto le sumamos que soy argentina, el aporte es aún mayor.
No es que tenga tiempo y tampoco sé cuándo dispondré de él pero en mi libretita de apuntar lo que quiero leer la lista se ha hecho enorme y quizás no importe tanto lo que haya leído o hecho hasta hoy sino la gran cantidad de sugerencias e ideas que han brotado mientras investigaba, los textos que he leído a medias, las frases sugerentes que me muestran por donde seguir este camino de aprendizaje permanente.
Y si bien no he perdido el tiempo, me gustaría encontrar un recodo temporal y echarme a leer, más y más.
Siento agradecimiento desde lo personal pero también reconozco lo valioso que este singular estado provoca en mis alumnos, las ideas que me provoca, las preguntas que en mí despierta, allí reside su importancia.

Los cuentos, el alimento de la infancia

VIVIR LAS IMÁGENES DE LOS CUENTOS
Pierre Lienhard

Durante siglos, los cuentos vivieron en la tradición oral al mismo nivel que los mitos o los textos sagrados. Vivieron en verdad, y lo que les daba vida no era únicamente la memoria de nuestros abuelos (con todo, muy superior a la nuestra), sino su propio contenido, que dista mucho de ser un conjunto arbitrario o fabricado de personajes y aventuras ima­ginarias; sus imágenes iban más allá de la aparente dimensión cotidiana, porque estaban cargadas de realidad esencial. A través de los cuentos se lograba la evocación de esta realidad, y de ella vamos a hablar ahora.
Hoy en día, la vida del mundo imaginativo nos hace mucha falta; cuando tratamos de captar las imágenes, sólo nos queda entre las manos su esqueleto.
Lucano, el historiador romano de la época de César, nos cuenta cómo los legionarios dudaron en cortar los árboles de un bosque sagrado de Provenza, pues según los moradores de la región estaba habitado por potencias miste­riosas y temibles. En muchos cuentos populares, en particular los de Grimm, el bosque juega un papel muy importante, sea que el héroe del cuento se pierda en él involuntariamente, o que penetre en él deliberada­mente para vencer ahí a gigantes o monstruos. Seguramente, nos produce satisfacción considerar al bosque como la imagen de la dimensión interior y obscura del alma, del caos salvaje de nuestra personalidad aún no evolucionada (1); sin embargo, es mucho más importante para la compren­sión de la imagen en cuestión, conquistarla a través de la experiencia personal. Es evidente que cada uno sabe lo que es un bosque por haberlo atravesado al menos en tren o en coche; no obstante, lo que de él se sepa resultará muy superficial en tanto que no se haya dejado el asiento para sentirlo directamente. El presentimiento de la dimensión a la que hace alusión Lucano, será, sin duda, más accesible a aquel que haya errado durante horas por los caminos inciertos y se haya perdido en un bosque desconocido.
No todas las imágenes de los cuentos son fácilmente accesibles como la del bosque; con frecuencia se habla de reyes y de príncipes, y nos costaría trabajo saber de qué se trata si miramos sólo a nuestro alrededor, puesto que los reyes son escasos, y ya casi no corresponden a la realidad considerada en los cuentos. Quizá encontraremos una corona en algún museo, pero nos hará falta recorrer cierto camino, un esfuerzo interior, para que tal joya, con su oro y sus piedras preciosas, se convierta en la ima­gen de la radiación del pensamiento, de la inspiración cósmica que daba al rey su autoridad.
La posibilidad misma de una jerarquía real, de una autoridad a la vez personal y objetiva, se opone a las estructuras actuales del pensamiento y del sentimiento.  Nosotros estamos en la situación de los hijos del rey que, en los cuentos, se encuentran abandonados, perdidos al punto de ignorar sus orígenes y que deben pasar por muchas pruebas para recu­perar su identidad, su dignidad. Los cuentos mismos, con su tesoro de imágenes, son como un viático que nos es dado en el camino de nuestros extravíos. Gracias a ellos, y a través de ellos, nuestro caminar puede convertirse en una iniciación, en el verdadero sencido del término, un aprendizaje consciente y voluntario de la realidad espiritual. Abordar los "cuentos maravillosos", es aceptar volver a ponerse en camino de redescubrir el mundo con la mirada nueva y simple de niño, pues dicha mirada es capaz de percibir el mínimo detalle y aceptar que los cuentos le revelen su vida, su verdad.
Desde hace algunos años, los cuentos populares han resurgido con fuerza entre el público, en forma paralela a otros valores tradicionales. La psicología moderna, basándose en psicoanálisis, ha contribuido mucho a ello y podemos mencionar el éxito, bastante reciente, del libro de Bruno Bettelheim: "Psicoanálisis de los cuentos de hadas". El psicoanálisis pone en manos de todos, la interpretación práctica y eficaz de las imágenes, pero debemos tomar conciencia de que ello implica un grave empobreci­miento.
El psicoanálisis interpreta a su manera la existencia de un mundo de imágenes que viven en la profundidad del alma humana y que tienen, sin embargo, un valor suprapersonal. Estas imágenes pertenecen a una zona que escapa u lo conciencia y que es determinante para nuestro comportamiento. Para el psicoanálisis, el estudio de los sueños y de sus implicaciones es el camino más profundo para la comprensión de las imágenes y de su signi­ficado. ¿De dónde vienen estas imágenes?, ¿Tienen una existencia propia, una importancia más allá de nuestra individualidad humana?, ¿O son sólo un lenguaje cifrado a través del cual se manifiesta la vida profunda de nuestro organismo?. El psicoanálisis no responde a estas preguntas, pues no se ocupa más que de penetrar en la zona secreta donde juegan los resortes de nuestra existencia, para conocerlos y, si es posible, manejarlos.
"Yo pienso", decía Sigmund Freud, "que la visión mitológica del mundo, que se encuentra hasta en las religiones más modernas, es, en buena parte, una psicología proyectada sobre el mundo entero" (2) El hombre existe con su alma, y lo que él concibe del mundo no es» en los mitos y en los cuentos, más que una proyección de sus propios problemas y de su situa­ción interior. En el Evangelio de San Juan, la meta hacia la cual el Cristo conduce al hombre es la de encontrar y conocer al "Padre". En los cuentos populares, la imagen del padre es una de las más frecuentes, con matices muy diversos y aún desconcertantes.
¿No es un empobrecimiento, una pérdida grave, convertir el problema de la relación con el “padre" En problema de psicología, del que serian reflejo las relaciones humanas?.
Los cuentos permiten presentir detrás de las imágenes de tantos y tantos padres, la existencia objetiva de Aquel del que se habla también en el Evangelio.
Otro empobrecimiento ligado a la práctica sicoanalítica reside en la tenta­tiva misma de dar a las imágenes una interpretación precisa, destinada a resolver una situación dada. Cada uno de nosotros está confrontado con la realidad "exterior" y la manera en la que percibimos las cosas, de la que nos formamos nuestras representaciones y en la que asimilamos lo que viene hacia nosotros, lo cual es esencial para el desarrollo de nuestro destino.
Nuestra salud profunda y nuestro destino dependen de nuestro progreso y del desarrollo de nuestras capacidades autónomas en este dominio. Nadie tiene el derecho de intervenir autoritariamente en esta parte de nuestra alma, la más secreta y la más sagrada, en donde estamos a punto de nacer a la conciencia de las cosas. Las imágenes de un cuento nos invitan y nos ayudan a rebasar el nivel de la realidad material, cotidiana; abren nuestra alma a una nueva dimensión, pero nos dejan libres de progresar ahí a nuestro parecer.
Diremos aún dos palabras sobre la tendencia psicoanalítica a re-encontrar en todas las imágenes la expresión de problemas bajo el ángulo sexual. El mismo Bettelheim, a pesar de toda su reserva y su amplitud de espíritu, sigue el camino de otros autores para explicarnos que la historia de "La bella durmiente del bosque" es la ilustración del problema de la pubertad femenina: "A pesar de todos los esfuerzos, los padres no pueden impedir el despertar sexual de su hija... aún podría suceder que las tentativas de los padres mal inspirados alejen mucho el momento de la madurez, como lo indica en el cuento el sueño de cien años..." (3) La imagen de la subida a la torre significaría el aumento del deseo ( de acuerdo con los sueños), pero, ¿no es la torre, antes que nada, el lugar donde uno se encierra, donde el alma adolescente viene a ella misma?, Y, ¿la pequeña habitación de arriba no es aquélla donde se aprende a mantener "el hilo del pensamiento?” ¿Por qué aprender a hilar serla la imagen de una actividad sexual?, ¿No es acaso también fecundo pensar en el drama de la humanidad en general que, al momento de su adolescencia y en su voluntad de atrapar su libertad -de pensamiento, no logra sino perder la realidad viviente para fijar todo en esquemas muertos?. Nosotros no queremos con esto reemplazar una interpretación por otra, sino simplemente subrayar la estrechez de la perspectiva sexualista. A este propósito, Rudolf Steiner da una visión que aclara mucho: "Los humanos que viven en la tierra son los instrumentos de una evolución que tiene como meta el amor. El mundo animal ha desa­rrollado las formas elementales del amor bajo diferentes aspectos y la simple observación muestra que se trata en ese caso de grados prepara­torios del amor humano, de un amor que tiende a ser cada vez más y más espiritual... Todo amor, aún inferior, es un camino hacia un amor superior. La humanidad terrestre tiene como tarea el desarrollar en su seno el amor, para entregarlo a la tierra al final de su evolución" (4)
Esto es lo que vemos realizarse, en definitiva, a través de peripecias y pruebas, en la mayoría de los cuentos: "se casaron y fueron muy felices..." Y esta alegría en los cuentos tiene algo de definitivo, de eterno. No se sitúa en el plan de la psicología o de la biografía individual, sino que repre­senta la meta lejana de la evolución humana, donde la joven y su príncipe, la realidad del alma y la del espíritu, están verdaderamente unidas.
Las frases siguientes son muy impresionantes, pues provienen de un hombre que no tiene nada de espiritualista o de ocultista fueron escritas por Max Lüthi, profesor de literatura en la Universidad de Zurich, y él, además, no hace más que sacar las conclusiones de sus observaciones: "El cuento pone al alcance de nuestros espíritus limitados, un espectáculo que normal­mente no es perceptible más que para una conciencia supratemporal... el cuento es, me parece, el don que ciertos poetas-videntes hicieron al pueblo". Y él caracteriza así el mensaje global del cuento para quien lo escucha:
"Aun si no sabes de dónde vienes y a dónde vas, aun si ignoras qué potencias actúan en tí y cómo lo hacen, aun si las circunstancias que te rodean te son incomprensibles, puedes estar seguro de que el conjunto en que estás colocado tiene un sentido". (5)
Muchas de los jóvenes que actualmente se entregan a la droga, habrían reac­cionado de otra forma a las incitaciones de la vida sí hubieran sido alimen­tados con cuentos durante su infancia.
La manera de abordar el cuento está ligada, para el que no quiere conten­tarse con interpretaciones ya hechas, con un verdadero ascetismo.
Efectivamente, nos cuesta mucho trabajo imponer a nuestro intelecto una paciencia y una reserva a las que no está acostumbrado; esta paciencia debe estar aunada a una facultad de atención muy acrecentada, con un interés por los detalles, pues éstos nunca son gratuitos. Así, la edad del héroe o de la heroína siempre es importante; la bella durmiente del bosque tiene 14 años; la molinerita en el cuento de "El piojo" (6), tiene 18 años, la edad de los grandes sueños, de las impulsiones del futuro; tampoco es indife­rente que sea hija del molinero, de aquel que trabaja el fruto de la tierra y lo transforma en materia panificable, pues es una imagen de la función esencial del hombre. Y cuando se habla del piojo, destinado por el adver­sario como esposo de la molinerita, se pensará que para un joven apuesto es la metamorfosis más humillante, la más horrible, pero también es importante constatar que el piojo vive como parásito en la región de la cabeza.. . De una manera general, encontramos toda una serie de animales que esconden en ellos a príncipes encantados; oso, lobo, perro, cuervo, león, serpiente y aún un sapo; cada vez es una historia muy diferente. El alma humana está ligada, en su destino, con el alma animal y, a despe­cho de los experimentos que utilizan a los animales para sacar conclu­siones sobre las reacciones psíquicas del hombre, necesitamos aprender el respeto, la veneración casi religiosa de estos seres cuya entidad, el "yo espiritual", reside en otro mundo donde reina una sabiduría muy superior a la nuestra; ¿No es el cordero, en el Nuevo Testamento, la imagen del Cristo mismo?.
Llega a suceder que un hombre de letras, al transcribir un cuento, se permita hacer cambios, sin darse cuenta que altera así la verdad profunda de las imágenes. Henri Perrault, que ha recogido o trascrito una cantidad impresionante de narraciones populares, ha modificado, por ejemplo, un detalle importante del cuento "Los siete cuervos"(Grimm), la hermanita, que se ha ido a liberar a sus siete hermanos, se da cuenta, al llegar frente a la montaña de cristal donde ellos viven, que ha perdido el huesito que la estrella de la mañana le había entregado y que debía servirle de llave para abrir la puerta de la montaña. Ella introduce entonces su pequeño dedo meñique en la cerradura y así logra abrir. La imagen habla: el dedo meñique, el que está menos involucrado en las necesidades terrestres y que las damas mantienen en el aire cuando toman el té; el dedo que indica el colmo de la pereza ("no mover ni el meñique"); pero también es aquél que tiene posibilidades en otro dominio: "me lo dijo mí dedito". Sobre uno de los capiteles románicos más conocidos de la catedral de Autun, en Francia, se ve dormir a los reyes magos; el ángel viene a advertirles que no regresen a ver a Herodes, y su intervención está subrayada por el hecho de que toca con su índice el meñique de uno de los reyes. . . Así, el gesto contado por Henri Perrault está incompleto: en el cuento original, la her­manita toma un cuchillo y se corta el dedo antes de utilizarlo como llave. Detalle aparentemente cruel, pero significativo: la facultad de intuición, que abre el mundo "cristalizado" de donde vienen los hermanos cuervos, ya no es aquella de la que cada uno disponía de una manera natural, habitual; la intuición debe ser sacrificada para ser tomada en mano, manejada de una manera desinteresada, desapegada de uno mismo...
Es interesante subrayar con este propósito, que nuestra misma lengua está sostenida por la misma realidad espiritual, la misma esfera imaginativa que la de los cuentos. Muchas personas a las que les parecen crueles ciertas imágenes de los cuentos, como la del dedo cortado (Henri Perrault era, manifiestamente, una de esas personas), utilizan, sin embargo, expresiones como perder la cabeza, arrancarse los cabellos, ponerse a gatas, hacerse cortar en pedacitos, poner la mano en el fuego, etc.
Señalemos también, aunque sólo sea rápidamente, el enriquecimiento que uno puede encontrar en la parte imaginativa del lenguaje. Sin saberlo, nosotros nos movemos en un mundo de realidades mucho más “concretas” de lo que supone el diccionario.
En conclusión diremos que los “cuentos maravillosos” nos abren el acceso a esas mismas realidades que la Antroposofía aborda de una manera más directa, más científica. Aquel que quiera narrar cuentos a los niños, debe saber que les ofrece, no un pasatiempo agradable, sino un alimento esencial. Los niños no pueden y no deben escuchar las explicaciones, pero aquel que les cuenta una historia, necesita no forzosamente haber comprendido todo lo que se dice, pero estar en camino de la comprensión; solamente entonces su narración creará el ambiente, el espacio interior en el cual el cuento puede vivir.



Traducido de la revista francesa Triades, Nº 1 de 1980

Notas
1) Ver "en Díe Drei (Stuttgart),número de julio-agosto 1980,un interesante estudio sobre el bosque
(2) Citado por M. Loeffer-Delachaux en "El simbolismo del cuento".
(3) "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" de B. Bettelheim.
(4) Rudolf Steiner: Conferencia dada el 2 de marzo de 1920 en Berlín.
Ver sobre el tema: "Tierra de Amor" Triades T. XVI No. 4 (verano 1969).
(5) "Das europäische Volksmärchen" (El cuento popular europeo). Francke-Verlag.
 (6) "Le Pou"; 'Cuencos de Vasconia". París.