miércoles, 18 de enero de 2012

Los cuentos, una perspectiva

HAMBRE DE CUENTOS DE HADAS
El alma del niño tiene una necesidad todopoderosa de dejar que por ella fluya la sustancia de los cuentos de hadas, semejante a la necesidad del cuerpo humano que requiere que la sustancia alimenticia circule por él.   (Rudolf Steiner)
El verdadero cuento de hadas habla pictóricamente de transformación, de encanto, de liberación, relatando en esta forma, una y otra vez, los secretos de la existencia. Los orígenes suprasensibles del hombre, sus pruebas, sus victorias y rescates, se describen en lenguaje infantil, a la vez que humano. El niño puede aceptar la imaginación cual predicción y preventiva. El llamado "horrísono" episodio de los chivitos danzando en derredor del pozo en donde se acababa de ahogar el lobo, que a un adulto intelectual pudiera parecerle repulsivo, no es sino, para el niño, la victoria del bien sobre el mal. Esta victoria le afirma la confianza de que maravillosamente, se halla dotado para dar primeros pasos por la senda de la vida.
El niño sano de tres a cuatro años, escuchará el relato de los "Ducados caídos del Cielo", con interés creciente noche tras noche. No hay prueba más convincente de que ahí el niño está experimentando una "imaginación", un cuadro anímico. Es solamente el intelecto el que dice que ya le basta con haberse enterado de un asunto una sola vez. Una obra de arte, una creación poética, una verdad religiosa, seguirá conmoviéndonos, y nos moverá con un poder siempre nuevo. Nos llena de un gozo puro; nos eleva y fortalece en nuestros mejores impulsos volitivos. Todo hombre necesita un campo de acción para su vida interna, para su alma que quiere y que siente, y finalmente, que también piensa. Y el niño, al igual que el adulto, requiere semejante espacio de acción para sus poderes anímicos. Si no se le ofrecen las imágenes y el lenguaje de los cuentos de hadas, será lo vulgar y lo ordinario, lo que llene su espacio anímico: modelos de autos y aviones, preocupaciones de dinero, cuestiones vacías y triviales tomarán las riendas, y el resultado será un campo lleno de hierbajos.
Conforme aumenta el vocabulario del niño, así también aumenta su capacidad de experiencia y de creación, vale decir, su caudal interno. Los cuentos de hadas que los niños escuchan una y otra vez, entran directamente en juego en su imaginación: serán príncipes, ranas y gigantes. Y realmente sucede que los escolares de primer año de enseñanza básica a quienes se les ha narrado cuentos de hadas, sobrepasan decisivamente a sus compañeros que no han tenido el privilegio de conocer ese mundo: tienen una gama de vivencias más diferenciada, pueden experimentar más, y son capaces de expresarse más plenamente, ya sea en palabras o con lapiceros, o "tan solo" por la impresionabilidad de su poder de reverencia. Son capaces de escuchar con atención, y desenvuelven más fácilmente una feliz iniciativa creadora.
(Helmut von Kügelgen)

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