lunes, 16 de enero de 2012

la imaginación al poder

Animación a la lectura.
Antes, durante y después

Estoy a punto de comenzar este trabajo, he puesto el título y llama a mi puerta, metafóricamente hablando, Daniel Pennac con los derechos imprescindibles del lector.
También son varias las preguntas que surgen y la primera es ¿Cuándo y por qué surge la necesidad de animar a los niños a leer?

En principio quiero dejar constancia de los derechos propuestos por Pennac.
Los Derechos imprescindibles del lector:
1. El derecho a no leer.
2. El derecho a saltarnos las páginas.
3. El derecho a no terminar un libro.
4. El derecho a releer.
5. El derecho a leer cualquier cosa.
6. El derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual).
7. El derecho a leer en cualquier sitio.
8. El derecho a hojear.
9. El derecho a leer en voz alta.
10. El derecho a callarnos.

El término “Animación a la lectura” es un galicismo, una traducción literal de animation a la lecture. Animación proviene del latín “animatio”, significa acción y efecto de animar o animarse. Animar significa dar alma, mover, motivar, dinamizar y comunicar. Se puede comprender como llenar el alma (ánima) de vida.
Se origina en las décadas de 1960 y 1970 del siglo XX, pero existe contradicción respecto del lugar donde se han iniciado. Margarita Muñoz, afirma que fueron los educadores y bibliotecarios franceses los precursores de estas actividades. En cambio, Santiago Yubero Jiménez sugiere que surgen en España como resultado de la apertura educativa en el país, la cual permitió una visión menos rígida de la lectura y la utilización de métodos más abiertos y creativos en la búsqueda del hábito lector.
La animación a la lectura intenta lograr una actividad lectora sistemática, estimular el análisis crítico de lo leído, favorecer una lectura consciente y gozosa, ayudar a descubrir el placer por la lectura y desarrollar el sentido estético.
Si bien la animación a la lectura se caracteriza por su carácter lúdico y creativo, por trabajar a través de metodologías abiertas y flexibles, por promover una invitación permanente a la lectura, es en sí misma una propuesta de enseñanza-aprendizaje eminentemente educativa.
La animación a la lectura requiere de un intermediario, animador, que será el responsable de articular el binomio libro-lector potencial. Deberá conocer ambos términos del binomio y además de poseer experiencia lectora, vale decir, haber recorrido personalmente el camino que quiere animar a otros a que recorran, contará entre sus cualidades el ser creativo, investigados y entusiasta respecto de la tarea que realiza. Sólo así su papel de mediador entre el lector y el libro construirá un ambiente apropiado para entusiasmar y transmitir sus conocimientos y emociones en torno a lo leído.
La tarea del animador consiste en formar a los lectores, compartiendo con ellos el placer por la lectura, ya que se trata de algo que no se enseña en sentido literal, sino que se contagia, se difunde, se transmite. En definitiva, ofrece a los lectores un soporte para reflexionar, entender mejor y apreciar los textos, trascendiendo el nivel simplemente literal y conduciéndolos de este modo a un nivel interpretativo y crítico de comprensión, promoviendo un diálogo participativo, por medio del cual tratará de humanizar y dar vida a la literatura.
La animación a la lectura supone el paso de una lectura fundamentalmente pasiva y descodificadora, a una lectura activa y viva que permite profundizar en su contenido para obtener respuestas a sus interrogantes, divertirse, soñar, aprender, recrearse y tener conocimiento sobre los más variados temas. Este tipo de actividad utiliza diferentes estrategias que combinan acciones creativas para lograr que los lectores sientan motivación e interés por la lectura y desarrollen la capacidad lectora.

El amor por la lectura puede nacer junto con los niños si sabemos cómo, qué y cuándo acercarnos con ella. Un niño pequeñito percibe sus manos, aparecen y desaparecen a su antojo (el antojo de las manos), tiempo después es capaz de ser él quien decide cuando aparecen. Las primeras historias que se le cuentan a los niños –y de esto nuestras abuelas sabían bastante- pueden ser historias contadas con las manos, pequeños versitos, pequeñas historias que son fácilmente comprensibles. Luego siguen las historias en retahíla: “Esta es la casa que Juan construyó, este es el jardín que rodea la casa que Juan construyó, esta es la hierba que crece en el jardín que rodea la casa que Juan construyó, esta es la vaca que se como la hierba que crece en el jardín que rodea la casa que Juan construyó, esta es la leche que da la vaca que se come la hierba que crece en el jardín que rodea la casa que Juan construyó, esta soy yo que tomo la leche que da la vaca que se come la hierba que crece en el jardín que rodea la casa que Juan construyó”. Historias simples, narradas con cariño van construyendo este placer.
Sí, narrar siempre es mejor que leer las historias pero también considero importante que los niños reconozcan que las historias con las que tanto disfrutan, viven en esos objetos: los libros ¿Por qué? Porque cuando sepan leer podrán ir a buscar historias por su propio pie.
Como la literatura es un arte, el arte de la palabra, está íntimamente ligada con la sensibilidad, la emoción, el placer, el encuentro amoroso con los padres, los abuelos y también con los maestros.
¿Cómo se construye este espacio interior, el espacio que luego se llamará “ser lector”? en principio se construye con amor, amor a los niños y amor a las historias. Si como maestros somos capaces de reconocer que la historia de la humanidad se fue construyendo a partir de los relatos narrados alrededor del fuego, de generación en generación, si también sabemos que los niños van recorriendo durante su desarrollo en la infancia este camino que la humanidad ha recorrido durante miles de años, tendremos sobradas pistas para ir construyendo estos puentes y acompañar a nuestros niños a cruzarlos. Y tal vez no necesitemos llegar al punto en que debamos “animar”, dar vida, porque esa vida estará latiendo desde el principio y de manera permanente.

Pero volviendo a lo anterior -animar a la lectura- debemos reconocer que socialmente esto se ha convertido en una necesidad y como maestros debemos asumir la responsabilidad de volver a crear este bello y necesario encuentro.
Es una suerte que este tema haya sido investigado y desarrollado por maestros, bibliotecarios, teóricos de la educación y la literatura porque se pueden encontrar valiosos ejemplos y múltiples estrategias para aplicar en las aulas.

En líneas generales, la metodología propones tres instancias para la realización de esta tarea:
Actividades previas, durante y después de la lectura.

Actividades previas a la lectura:
Están diseñadas para despertar el interés, activar conocimientos anteriores o enseñar conceptos y vocabulario potencialmente difíciles. Permiten elaborar predicciones e hipótesis. También constituye una gran oportunidad para introducir elementos de comprensión como causa y efecto, comparación y contraste, personificación, idea principal y secuencias, entre otros.
Para elaborar predicciones podemos obtener información de la portada del libro, tapa y contratapa, del título de la obra, de las ilustraciones, etc. Podríamos por ejemplo, a partir de las ilustraciones, relatar la historia que nos sugieren las mismas y luego constatar estas ideas con la lectura del libro.
Actividades durante la lectura:
Durante la lectura se pueden realizar “altos” para constatar qué ocurrió o imaginar cómo sigue la historia, cómo será el desenlace, qué ocurrirá con tal o cual personaje, etc. Si es una historia larga se podrá dividir por tramos y realizar ilustraciones para observar la comprensión de la misma a través de la representación mental que los niños hayan elaborado. Son útiles los debates grupales guiados por preguntas sencillas que a modo de guía nos den pistas sobre la comprensión lectora.
También se incluyen en este momento el punto de vista personal, la interpretación individual de la historia, el compartir con los otros la opinión que se van formando de la misma.
Es importante tener en cuenta en este momento que no se trata de una evaluación sino de una construcción social del conocimiento, de una práctica de pluralismo que puede dar cabida a las diferentes opiniones y argumentaciones.
Actividades después de la lectura:
El proceso de comprensión lectora no acaba cuando se ha terminado de leer el libro, sigue actuando en el interior de cada niño de manera individual y más allá de cuestiones técnicas –sin restarles importancia- como ser que identifiquen el tema, la idea principal, los protagonistas, las tres instancias de la historia como presentación, nudo y desenlace, son muchas las actividades que se pueden hacer después.
Pueden dibujar un cómic, pueden repartirse partes de la historia y dramatizarlas o hacer dioramas de las mismas que serán colgados en secuencia en clase o pintar un mural colectivo, o hacer un comentario del tipo de los que aparecen en la contratapa de los libros para recomendarlo, Cambiar el final de la historia, variar la misma contestando a la pregunta ¿qué hubiera ocurrido si…? Programar una sesión de cuentacuentos para narrar la historia a otros cursos, narrar la historia desde diferentes puntos de vista (desde el protagonista, desde el gorro que el protagonista lleva en la cabeza, etc. Aquí entra en juego la creatividad del maestro y sus saberes.
Hay muchas historias que pueden articularse con otras asignaturas del currículum y enriquecerse recíprocamente dando un sentido más holístico al aprendizaje.
 “Cuando es tiempo de la siega, se recogen aquí las fiestas muchos segadores, y siempre hay algunos que saben leer, el cual coge uno destos libros en las manos, y rodeamos dél más de treinta, y estámosle escuchando con tanto gusto, que nos quita mil canas”. De El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra.

webgrafía:
Bibliografía:
Artículo: El nacimiento del lector. Francesco Tonucci
Daniel Pennac, Como una novela

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