martes, 3 de enero de 2012

La historias de las historias

Pequeña historia de la literatura española
Como en un columpio, todos los movimientos oscilan de un lado hacia su contrario…
Platón y Aristóteles, proponen dos posiciones que permiten agrupar los distintos movimientos literarios y construir una ley pendular que ayuda a su comprensión.
Los movimientos platónicos se definen por la búsqueda de la libertad y la originalidad.
Los movimientos aristotélicos buscan el orden, los patrones y las clasificaciones (que en cierto modo limitan la libertad del artista)
La historia de la literatura se puede explicar a partir este movimiento pendular, estudiaremos brevemente los diferentes movimientos literarios a la luz de esta oscilación entre la libertad platónica y el orden aristotélico.
Del mismo modo intentaremos encontrar las relaciones entre las diferentes manifestaciones culturales y artísticas con sus ideologías subyacentes. Esto permite explicar por qué en cada momento histórico surgen determinadas obras que muestran el modelo de hombre y del mundo existente en cada época.


La Edad Media
Se llama Edad Media a la época histórica comprendida entre los siglos V y XV. Con relación a la literatura española, la época medieval se extiende desde las primeras manifestaciones literarias - de fecha imprecisa - hasta el comienzo del reinado de los Reyes Católicos.
Dos claves para comprender el mundo medieval y su expresión literaria de tipo platónico son:
La sociedad feudal, una sociedad estamental con clases bien delimitadas donde la nobleza está en la cima. Los temas están basados en las glorias y honores de los reyes y de los representantes de la nobleza y el teocentrismo, dios es el centro del universo, todo fue creado por Él, es dirigido por Él y no existe ninguna razón más que el deseo de Dios sobre la voluntad humana.

De estos dos aspectos surgen las formas literarias de esta época:
El feudalismo da lugar al cultivo de una poesía épica en lenguaje popular, en la que se cantaban las hazañas de los héroes de esa época, batallas y conquistas de estos personajes heroicos.
En la zona de Castilla, y en lengua romance se recitaban y cantaban poemas épicos o cantares de gesta. Y eran interpretados por los juglares. Los juglares, eran hombres o mujeres que eran a la vez poetas, recitadores, músicos, bailarines, cantores, titiriteros y ofrecían sus recitales en las plazas públicas, en Palacio o en mesones, para entretener a los presentes. Estos pertenecen a la cultura popular. Esto dio origen al mester de juglaría. Los poemas recitados por los juglares exaltaban los valores humanos, con relevancia en la figura del héroe, buen señor y mejor vasallo, con gran sentido del honor y de la justicia: estos poemas recibieron el nombre de Cantar de Gesta, el cantar del Mío Cid es la obra en poesía épica medieval, en romance castellano, más antigua que se conserva.
Los trovadores, a diferencia de los juglares, fueron músicos profanos cultos, muchos eran nobles e incluso reyes. Actuaban en la corte y en castillos, teniendo entre ellos características comunes: sus composiciones tenían un ritmo marcado y variado, sus temas trataban sobre el amor, la guerra o la Naturaleza y solían acompañarse en sus interpretaciones de instrumentos musicales como violas, laúdes y arpas. 
Otras obras populares medievales de la literatura española son las cantigas de amigos, composición lírica que tiene su origen en la poesía tradicional. Son composiciones breves y sencillas y dan su nombre al hecho de que en la mayoría de estos poemas aparece la palabra “amigo”. Están compuestas en lengua galaico-portugues, como la siguiente:



Mandad'ei comigo

Mandad'ei comigo,
ca ven meu amigo.
E irei, madr' a Vigo

Comigo'ei mandado,
ca ven meu amado.
E irei, madr' a Vigo

Ca ven meu amigo
e ven san' e vivo.
E irei, madr' a Vigo

Ca ven meu amado
e ven viv' e sano.
E irei, madr' a Vigo

Ca ven san' e vivo
e d'el rei amigo
E irei, madr' a Vigo

Ca ven viv' e sano
e d'el rei privado.
E irei, madr' a Vigo



Del mismo modo, son medievales los poemas de amor cortesanos, con su ceremonia de vasallaje.
El pensamiento teocéntrico explica porque muchos textos y obras de otros campos artísticos eran anónimos, el autor tenía un don dado por la mano de Dios, solo era un canal.
Surgió por entonces el mester de clerecía, una actividad poética religiosa.
El lenguaje del mester de clerecía pretende ser mucho más cuidado y selecto que el de juglaría, lo cual es expresado en la segunda estrofa de Libro de Alexandre (primera mitad del siglo XIII), un poema que consta de 10000 versos:

Mester traigo fermoso, non es de joglaría,
mester es sin pecado, ca es de clerezía;
fablar curso rimado por la cuaderna vía,
a sílabas contadas, ca es grant maestría. 

Gonzalo de Berceo, primer poeta castellano de nombre conocido y el más genuino representante del mester de clerecía escribió los Milagros de Nuestra Señora.

En el teatro medieval encontramos obras de carácter religioso, los autos, que trataban temas bíblicos en especial los relacionados con el nacimiento de Cristo –las pastorelas- y la adoración de los Magos de Oriente. Se escenificaban en templos, portales o atrios. Otro género teatral era de carácter profano.
Las leyendas también forman parte de la literatura medieval.

A finales de la Edad Media (1476) son escritas por Jorge Manrique las “Coplas por la muerte de su padre”
El Medioevo es un tema que a los niños les resulta interesante, en especial en tercer ciclo de primaria, de la mano de la literatura medieval se puede acercar a los niños a conocer diferentes aspectos de ese tiempo histórico.

El Renacimiento
Con el reinado de los Reyes Católicos (1479-1516) se abre una etapa decisiva para la historia de España en la que ocurren, entre otros hechos: final de la Reconquista con la toma de Granada en 1492; descubrimiento de América ese mismo año y comienzo de la expansión atlántica de Castilla, que llevará a la creación de un vasto imperio colonial; unidad política de la nación con la anexión de Navarra en 1512.
Las claves renacentistas que dar origen a un nuevo movimiento literario de carácter aristotélico son: el humanismo, el resurgimiento de la cultura grecolatina, y varios tópicos tomados de ella como el Carpe Diem (aprovecha el día) con él se aconseja el disfrute de la vida antes de la llegada de la vejez. El Descriptio puellae, descripción de la belleza ideal de la mujer. El Beatus ille o alabanza de la vida del campo, apartado de lo material, frente a la vida de la ciudad, con sus peligros e intrigas. El Locus amoenus o descripción de una naturaleza perfecta e idílica y el Aurea mediocritas, gusto y satisfacción por lo sencillo, lo que se posee frente al deseo desmesurado de riquezas. Exalta los valores humanos, la belleza, el amor ligados a una búsqueda espiritual. La búsqueda de la individualidad junto con una orientación antropocéntrica (el hombre es el centro del universo) determina que las obras sean firmadas por sus autores a partir de este momento. Se antepone la razón al sentimiento y prevalece el equilibrio, la mesura y la armonía. El perfecto caballero, hábil como poeta y guerrero se instala como nuevo ideal de hombre. El mundo es descripto como debería ser del mismo modo que los conceptos de belleza, naturaleza, mujer y amor se presentan idealizados.
El renacimiento se inicia en Italia y se extiende a toda Europa en el siglo XVI, en literatura se vuelve la mirada al mundo de la antigüedad grecolatina y el único género nuevo que surge es la novela picaresca. La literatura italiana se convierte en referente para todos los escritores europeos: la poesía de Petrarca, el soneto y los versos endecasílabos.
En la literatura española se distinguen dos períodos: Una primera época más abierta a Europa, toma ideas italianizantes, en la que destaca Garcilaso de la vega y un nuevo tipo de novela realista que se inicia con El lazarillo de Tormes: la novela picaresca. En un segundo período, fuertemente impulsado por la contrarreforma, España se cierra a Europa en defensa del catolicismo. Sobresale la literatura religiosa con autores como San Juan de la Cruz (“Noche oscura del alma” y “Cántico espiritual”), Fray Luis de León (“Los nombres de Cristo”) y Santa Teresa de Jesús.
En la poesía lírica de la primera mitad del siglo XVI, que surge a partir de la lírica medieval, encontramos dos vertientes: Una tradicional que trata sobre temas de amor, villancicos, didácticas moralizantes, etc. Juan de Mena y el Marqués de Santillán (Romanceros), Hernando de Acuña (lírica cortesana) son sus representantes. Y otra, más innovadora que toma como modelo a Petrarca, como hemos mencionado anteriormente.
En cuanto a la narrativa, se cultivan distintos géneros. La novela sentimental, de amores desdichados; la novela pastoril; la novela morisca, relatos de amor y guerra de árabes granadinos y la novela bizantina, con sus aventuras inverosímiles de una pareja de enamorados conviven con los libros de caballería y tienen en común la característica evasión de la realidad. Pero la novela que representa este período, como mencionamos anteriormente es la picaresca que, tomando sucesos sociales como referentes (la mendicidad infantil, por ejemplo)  elabora personajes pícaros a través de los cuales realizar denuncias sociales de gran calibre.
El siglo XVI supone un auténtico renacimiento artístico para el teatro español frente a los espectáculos rituales de la Edad Media. El teatro se consolida como hecho literario y se organiza como espectáculo y actividad profesional. Los autores toman conciencia de dramaturgos, se configuran los principales géneros dramáticos (égloga, comedia, tragedia, auto) y se establecen las formas de puesta en escena del teatro moderno. La Celestina es uno de sus ejemplos.
En el trabajo de aula se pueden tratar diferentes características relacionadas con las formas sociales de la época contrastándolas con las formas sociales actuales utilizando diferentes obras literarias. Del mismo modo pueden adaptarse fragmentos de obras teatrales para ser representadas por alumnos de tercer ciclo de primaria y también pueden realizarse adaptaciones de los autos religiosos para ser representados en Navidades por niños más pequeños, en especial las pastorelas.

El Barroco
El siglo XVII y el auge de las premisas barrocas coincidieron en España con un brillante y fecundo período literario denominado el Siglo de Oro.
Estéticamente, el Barroco se caracterizó, en líneas generales, por la complicación de las formas y el predominio del ingenio y el arte sobre la armonía de la naturaleza, que constituía el ideal renacentista, volviendo así, en este movimiento pendular, a los postulados platónicos siendo una de sus características más importantes el pesimismo vital. Nuevamente se alza la vista a Dios.
En España se registra una actitud de escepticismo hacia la naturaleza humana, este escepticismo conduce a una visión pesimista del mundo opuesta al ideal renacentista.
El barroco es una época de contrastes, que liga el nacimiento con la muerte de manera directa, una época de luces y de sombras (Zurbarán, el tenebrismo)
Entre los rasgos más significativos del barroco literario español resulta relevante la contraposición entre dos tendencias denominadas conceptismo (Su máximo teórico contemporáneo fue Baltasar Gracián - “Agudeza y Arte de Ingenio” y Francisco de Quevedo) y culteranismo (Luís de Góngora – “Fábula de Polifemo y Galatea” (1612) o “Soledades” (1613)). Los conceptistas se preocupaban esencialmente por la comprensión del pensamiento en mínimos términos conceptuales a través de contrastes, elipsis y otras y otras figuras literarias. Por el contrario, los culteranos buscaban la delectación de una minoría culta mediante el recurso a metáforas, giros e hipérboles, con modificación de las estructuras fraseológicas, en busca del máximo preciosismo. Característica del barroco hispánico fue también la contraposición entre realismo e idealismo, que alcanzó su máxima expresión en la que estaría llamada a convertirse en una de las cumbres de la literatura universal, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (primera parte, 1605; segunda, 1615), de Miguel de Cervantes (“Novelas Ejemplares” (1613) y “Los trabajos de Persiles y Segismunda” (publicada póstumamente en 1617)).
La poesía barroca también está enmarcada entre las dos tendencias antes mencionadas pero también resurge una poesía tradicional donde Los poetas cultos del siglo XVII recurrieron de forma constante a la poesía popular, anónima, de la tradición castellana. Así, los villancicos, letrillas y seguidillas, que constituían las formas de la lírica primitiva castellana, son retomados por los poetas del siglo XVII e incorporados a sus obras individuales. La poesía épica era el género que quizás consiguió mayor prestigio; escritores como Lope de Vega o Bernardo de Balbuena (1568-1627), éste último autor del poema Bernardo o la victoria de Roncesvalles, publicado en 1624, escribieron extensos poemas épicos a imitación de los grandes poemas italianos y latinos, de temas muy variados (burlescos, caballerescos, religiosos, contemporáneos...). No obstante, sería en la poesía lírica donde se conseguirían las mejores realizaciones poéticas del Siglo de Oro.
El teatro barroco asumió frecuentemente temas, personajes y formas poéticas de la tradición popular, pero fuera del teatro también la obra de Góngora o Quevedo estaba compuesta por romances y letrillas, muchas veces de tipo satírico.
El teatro español del siglo de Oro se caracteriza por su pluralidad temática. Los temas son por una parte extraídos de la épica medieval, de la historia universal y española, de la tradición pastoril, caballeresca y morisca, pero también de la literatura religiosa. Frecuentemente son temas del vivir diario, tanto de la actualidad política como social o religiosa. Se transforman en acción teatral temas y problemas de la actualidad, algo que quedaba reservado hasta entonces a otros géneros.
Hasta el siglo XVI no había ninguna normativa preestablecida en cuanto a la división en actos de la obra. Fueron los dramaturgos del siglo XVII, Lope de Vega a la cabeza, quienes decidieron la estructuración de cada obra teatral en tres actos o jornadas, lo que obedece a la estructuración interna del argumento:
Primer Acto: Planteamiento
Segundo Acto: Nudo
Tercer Acto: desenlace
El primer acto solía comenzar "in medias res", es decir en medio del asunto. Con este hecho se pretendía captar la atención del oyente. Además era un elemento más que aseguraba el dinamismo de la obra.


Dentro del fenómeno teatral de la época surgieron los Romances de Ciego. Desde el siglo XVII  y hasta finales del XIX, los romances se transmiten gracias a los  pliegos de cordel que, realizados por autores poco letrados, cuentan historias acompañadas de grabados y son recitados en calles y plazas concurridas por ciegos o tullidos. Suman las características del romancero tradicional y del teatro barroco. Transmiten un modelo de sociedad basado en los valores de la religión católica y, a pesar de la violencia, el odio y afán de venganza que plantean muchos de ellos, procuran ser escuela de buenas costumbres para el lector u oyente.
Lo temas que tocan son, generalmente: Asuntos religiosos o históricos. Narraciones sobre cautivos y bandoleros, domésticas,  amorosas o satíricas. Acontecimientos reales de actualidad: crímenes, incidencias políticas, etc.
Tomarán, finalmente, la forma de cuadernillo de pocas hojas. Comenzaron siendo una simple hoja doblada dos veces para formar ocho páginas. De bajo precio, sin encuadernar, destinados a la lectura rápida y posterior destrucción, constituyen una modalidad literaria comparable al periódico actual.
Los grabados que facilitan la comprensión de la historia eran resaltados por el ciego o recitador, podían ser utilizados en varios relatos diferentes.

Estructura:
Introducción:
Invocación al público para que preste atención y a la Virgen o los Santos para que ayude al recitador a hacerlo bien. En ella califica siempre la historia como rara, notable, admirable. Da tiempo a que el espectador distraído se acerque al grupo.
Son del tipo:
"Hombres, mujeres y niños,
 mendigos y caballeros,
paisanos y militares,
carcamales y mancebos.
El que ya no peina canas
porque se quedó sin pelo,
y el que el tupé se compone
con bandolina y ungüento..."

Historia:
Desarrolla el drama principal

Final:
Generalmente breve. El autor pide perdón a su auditorio por las faltas cometidas y solicita a los oyentes que muestren su agrado con una colaboración monetaria o la compra del pliego que tiene impreso el romance:
"Y aquí se acaba el romance
que en el pliego escrito está,
sólo dos céntimos cuesta
a quien lo quiera llevar".

Dentro del teatro, son autores notables: Lope de Vega con “Fuenteovejuna” y Pedro Calderón de la Barca con “El alcalde de Zalamea” y “La vida es sueño” entre otros.
 El barroco, con sus contrastes, presenta muchas posibilidades de ser trabajado en el aula y aunque la literatura española no es un contenido específico en la etapa de Educación Primaria es valiosa para la educación de los niños la incorporación de elementos de la misma. Solo a modo de ejemplo, los Romances de Ciego, son una excelente idea para trabajar diversas temáticas, en especial con los primeros ciclos gracias a la presencia de la ilustración.

El Neoclasicismo
Durante los últimos decenios del siglo XVII y los primeros del XVIII se produce en Europa un cambio importante en todos los órdenes. Los valores y conceptos que presidían la sociedad del Barroco entran en crisis poco a poco, pero irreversiblemente. Es la vuelta a los clásicos grecolatinos, donde una vez más el péndulo produce la oscilación en el sentido aristotélico. El cambio parte de Inglaterra y de un conjunto importante de intelectuales: físicos, filósofos, sociólogos, economistas... que ponen en tela de juicio los viejos valores de la sociedad y del saber tradicionales.
La ascensión al trono de Felipe V facilitó la entrada en nuestro país del pensamiento ilustrado. A través de Francia penetran en España las nuevas ideas racionalistas, acogidas con entusiasmo por un reducido grupo de hombres ansiosos de novedades culturales. Sin embargo, la evolución del pensamiento ilustrado en España fue sumamente lenta. La Ilustración se encontró con dos frentes reaccionarios, la nobleza y el clero, que entorpecieron la labor de los intelectuales.
Los grandes ideales del hombre ilustrado son: el predominio de la razón como pauta de la conducta humana, la creencia en un ideal de felicidad humana, que no se espera de las creencias religiosas como en siglos anteriores, sino del comportamiento racional del hombre y un alto concepto de la utilidad.
En relación con la literatura el siglo XVIII fue fundamentalmente didáctico. La prosa de pura creación artística fue escasamente cultivada. Se dio preferencia a la prosa útil, puesta al servicio de la difusión de ideas. El ensayo, que se prestaba admirablemente a los propósitos didácticos de los ilustrados, fue el género más cultivado, pero estamos hablando de paraliteratura.
La confluencia entre las ideas y la literatura, el didactismo y la crítica, el neoclasicismo y el espíritu academicista, aparece patente en un género secundario y muy característico de la época, como es la fábula (que no está escrita para niños), entre cuyos cultivadores destacan Félix María Samaniego, con su fábula “La cigarra y la hormiga”. Tomás de Iriarte utiliza sus fábulas, entre otras cosas, para dictar normas que logren un buen estilo literario.
El burro flautista es una de sus fábulas, en ella un burro se acerca a una flauta y, al olerla, esta suena. Esto le hace pensar al animal que sabe tocarla; entonces el autor arriba a la moraleja: sin reglas del arte, el que acierta algo, lo acierta por casualidad:



“Sin reglas del arte,
El que en algo acierta,
Acierta por casualidad.

Esta fabulilla,
salga bien o mal,
Me ha ocurrido ahora,
por casualidad.

Cerca de unos prados
Que hay en mi lugar,
Pasaba un borrico
Por casualidad.
Una flauta en ellos
Hallo, que un zagal
Se dejó olvidada
Por casualidad

Acercóse a olerla
El dicho animal,
Y dio un resoplido
Por casualidad.

En la flauta el aire
Se hubo de colar
Y sonó a flauta
Por causalidad.

“¡Oh! –Dijo el borrico-:
¡Qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
La música asnal!

Sin reglas del arte
Borriquitos hay
Que una vez aciertan
Por casualidad”.



Resurge la “moraleja”, textos que se escriben al final del relato con el fin de dictaminar determinadas normas morales o consejos que deben obedecer las personas de bien. A diferencia de otros relatos, que transmiten enseñanzas, la característica de las fábulas está determinada por su moraleja en el final de la historia.
A lo largo de su desarrollo, los niños atraviesan una etapa que Piaget llama de las operaciones concretas. Su pensamiento ha adquirido la cualidad de la reversibilidad y también el reconocer qué está bien y qué está mal. Es un buen momento para introducir el concepto de moraleja. Esto dará a conocer la cualidad de la escritura de un determinado período pero quizás, más importante será, que valiéndose de las moralejas, los niños en clase puedan construir un reglamento para el aula, con su ayuda.

En cuanto a la producción literaria, predomina la prosa en forma de crítica y ensayo; podemos nombrar escritores como Fray Benito Jerónimo Feijoo con “Teatro crítico universal"”o “Cartas eruditas”; José Cadalso con “Cartas a Marruecos”, o Gaspar Melchor de Jovellanos.
Respecto del teatro, éste se somete a las normas del clasicismo, desaparece de las obras de teatro todo tema imaginativo y fantástico, así como la mezcla de lo trágico y lo cómico, se vuelve a las formas clásicas de las tres unidades. En relación con la poesía, por considerarse de mal gusto expresar sentimientos, los poetas de este movimiento adoptan dos temas: el bucólico o pastoril y la fábula.

El Romanticismo
Una vez más, y siguiendo su propia oscilación, el péndulo se inclina hacia los postulados de Platón.
El siglo XIX es el siglo del liberalismo, una ideología que se conforma como movimiento político-social en toda Europa a partir de la Revolución Francesa (1789). La estética y temática del romanticismo literario giran en torno a dos centros de una misma elipsis: el egocentrismo y y la exaltación de la libertad. Es importante agregar que el romanticismo no se reduce a un fenómeno literario, sino que abarca todos los aspectos de la cultura de la época.
Los rasgos psicológicos principales del Hombre/Mujer románticos son: su espíritu individualista. El Romanticismo equivale a la rebelión del individuo, a la violenta exaltación de la propia personalidad, el "Yo”. Se caracteriza también por su aislamiento y soledad. Su egocentrismo está marcado sobre todo por su conciencia aguda y dolorosa de la propia personalidad, de ser distinto de los demás, que en ciertos casos incluso deriva en un sentimiento de superioridad - su genio, su desgracia o infelicidad mayor que las de nadie. Esta es la razón por la cual el Yo del artista pasa a ocupar el primer plano de la creación. Los sentimientos expresados en las obras románticas son los de sus creadores, quienes expresan su insatisfacción con el mundo, su ansia de infinito, su búsqueda del absoluto, su amor apasionado, su deseo vehemente de libertad, sus estados de ánimo, . Por este motivo la poesía lírica o la música son a lo largo de todo el siglo XIX las artes supremas. Otra característica es el ansia de libertad. La pasión se considera una fuerza superior a la razón. El espíritu idealista, la angustia metafísica, el choque con la realidad y la evasión suponen la visión romántica del hombre en el siglo XIX.
A este tipo psicológico se corresponde necesariamente una visión del arte. Este se convierte en la forma de expresión del genio que el creador. El artista nace, no se hace, por lo que cobra capital importancia lo espontáneo, lo intuitivo, lo original, aquello que es característico del genio creador. Desde este momento la obra de arte es el resultado de un momento de inspiración que refleja la valía de su autor. La posibilidad de desarrollo de su capacidad creativa hace del romántico un individuo vitalista, eufórico y apasionado. El agudo individualismo del hombre romántico da lugar en el escritor a un deseo de prescindir de las férreas normas del clasicismo, para llegar a la creación de una obra absolutamente personal. Las viejas reglas son consideradas como trabas sin sentido que convierten el arte en un puro mecanismo, y se proclama la libertad literaria con juvenil entusiasmo. El poeta se dejará llevar ahora por su instinto, su intuición. 
En el terreno de la poesía surgen junto a la métrica tradicional nuevos tipos de versificación, nuevos ritmos, nuevas estrofas. Una variada polimetría es el resultado de querer dar a cada situación su expresión musical adecuada. Además, en España, se produce una revalorización de un metro tradicional: el romance, que adquiere ahora el máximo prestigio como forma más indicada para la narración poética.
En el teatro se olvidan las famosas tres unidades de lugar, tiempo y acción, volviéndose en cierto modo a la técnica del siglo XVII: la acción puede recorrer los más apartados lugares, durar varios años y desdoblarse en dos acciones paralelas. Desaparece la unidad de estilo y se confunden los géneros, mezclándose - con el objeto de dar mayor vivacidad a la obra - lo trágico y lo cómico, lo sublime y lo grotesco, la prosa y el verso. Un trepidante dinamismo invade así el teatro, que alcanza el mayor éxito de público. 
Los temas son la introspección, la nostalgia, la melancolía, la tristeza y la soledad que provocan la típica angustia romántica. El artista romántico representa la naturaleza en forma dramática, en movimiento y con preferencia por la ambientación nocturna frente a la naturaleza artificiosa y bucólica propia del Neoclasicismo.
Los autores más significativos de este movimiento son: José de Espronceda


También Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer:
“Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso..., ¡yo no sé
qué te diera por un beso!”
Un personaje importante en el romanticismo es la figura de Don Juan Tenorio de José Zorrilla, que puede trabajarse con niños de Educación Primaria, tomando la figura de Don Juan y una pequeña selección de textos.

El Realismo
Volviendo a la perspectiva de Aristóteles, este movimiento literario aparece en la segunda mitad del siglo XIX como consecuencia de las circunstancias sociales de la época, la consolidación de la burguesía como clase dominante, la industrialización, el crecimiento urbano y la aparición del proletariado.
Las características básicas del Realismo literario son el positivismo y el objetivismo, la eliminación de todo aspecto subjetivo, de hechos fantásticos o sentimientos que se alejen de lo real,  un análisis riguroso de la realidad y los problemas de la existencia humana, componen el tema fundamental de la novela realista; ésa es la consecuencia del sumo interés por la descripción del carácter, temperamento y conducta de los personajes. Surge un tipo de novela en la que se analizan minuciosamente las motivaciones de los personajes y las costumbres.
El mejor fruto literario de la segunda mitad del siglo XIX fue la novela. Las obras más destacadas son “Fortunata y Jacinta” de Benito Pérez Galdós, y “La regenta” de Leopoldo Alas Clarín. Este movimiento está representado por la novela.
Por sus características este no es un movimiento interesante para trabajar en las aulas de primaria.

Las Vanguardias
Un movimiento literario que da origen a sucesivos ismos (Modernismo, Dadaísmo, Cubismo, Surrealismo, Futurismo, Expresionismo, etc.) interrelacionados con las artes plásticas, la música, el cine, etc. Su denominador común es el carácter combativo y de ruptura con la tradición estética anterior (Realismo naturalista, Simbolismo, etc.) y el espíritu pionero en la búsqueda de nuevas formas de expresión artística y literaria: así como el deseo de liberación de las trabas morales, políticas y religiosas que impiden la emancipación y desarrollo integral del hombre. Una vez más se produce un movimiento hacia los platónicos. Este movimiento es apropiado para trabajar en Educación Primaria

El modernismo
En el Diccionario académico de 1899 se definía el modernismo como una "afición excesiva a las cosas modernas con menosprecio de las antiguas, especialmente en arte y literatura". Es una corriente literaria, fundamentalmente poética (aunque no falten ejemplos narrativos), aparecida en Hispanoamérica a finales del siglo XIX, que se caracteriza por su interés más por la forma que por el contenido, utilizando para ello un estilo refinado y sensual, con abundancia de palabras excéntricas (neologismos, arcaísmos) y de recursos expresivos sonoros y coloristas (el azul es el color preferido).
El Modernismo fue una tendencia estética que llegó a España de la mano de su escritor más representativo, el poeta modernista nicaragüense Rubén Darío. Busca la expresión de una nueva sensibilidad con un nuevo lenguaje. Estas palabras del prólogo de “Prosas profanas” (1896), de Rubén Darío, son una especie de programa literario modernista: "Veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos e imposibles; ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer".

Rubén Darío pintaba con las palabras:
Acuarela
Había cerca un bello jardín, con más rosas que azaleas y más violetas que rosas. Un bello y pequeño jardín, con jarrones, pero sin estatuas; con una pila blanca, pero sin surtidores, cerca de una casita como hecha para un cuento dulce y feliz.
En la pila, un cisne chapuzaba revolviendo el agua, sacudiendo las alas de un blancor de nieve, enarcando el cuello en la forma del brazo de una lira o del asa de un ánfora, y moviendo el pico húmedo y con tal lustre como si fuese labrado en un ágata de color de rosa.
En la puerta de la casa, como extraída de una novela de Dickens, estaba una de esas viejas inglesas, únicas, solas, clásicas, con la cofia encintada, los anteojos sobre la nariz, el cuerpo encorvado, las mejillas arrugadas, mas con color de manzana madura y salud rica. Sobre la saya obscura, el delantal.
Llamaba:
-¡Mary!
El poeta vio llegar una joven de un rincón del jardín, hermosa, triunfal, sonriente; y no quiso tener tiempo sino para meditar en que son adorables los cabellos dorados, cuando flotan sobre las nucas marmóreas, y en que hay rostros que valen bien por un alba.
Luego, todo era delicioso. Aquellos quince años entre las rosas -quince años, sí, los estaban pregonando unas pupilas serenas de niña, un seno apenas erguido, una frescura primaveral, y una falda hasta el tobillo que dejaba ver el comienzo turbador de una media de color de carne;- aquellos rosales temblorosos que hacían ondular sus arcos verdes, aquellos durazneros con sus ramilletes alegres donde se detenían al paso las mariposas errantes llenas de polvo de oro, y las libélulas de alas cristalinas e irisadas; aquel cisne en la ancha taza, esponjando el alabastro de sus plumas, y zambulléndose entre espumajeos y burbujas, con voluptuosidad, en la transparencia del agua; la casita limpia, pintada, apacible, de donde emergía como una onda de felicidad; y en la puerta la anciana, un invierno, en medio de toda aquella vida, cerca de Mary, una virginidad en flor.
Ricardo, poeta lírico que andaba a caza de cuadros, estaba allí, con la satisfacción de un goloso que paladea cosas exquisitas.
Y la anciana y la joven:
-¿Qué traes?
-Flores.
Mostraba Mary su falda llena como de iris hechos trizas, que revolvía con una de sus manos gráciles de ninfa, mientras, sonriendo su linda boca purpurada, sus ojos abiertos en redondo dejaban ver un color de lapislázuli y una humedad radiosa.
El poeta siguió adelante.

Si bien muchos autores centran a  Juan Ramón Jiménez en la Generación del 14, él es un escritor modernista, y su obra “Platero y yo” es estudiada en las aulas de educación primaria de todos los tiempos.

El Surrealismo
El Surrealismo puede dar sentido por sí solo al movimiento vanguardista. La capacidad imaginativa y la sugerencia de sus construcciones mentales significaron, sin duda, una verdadera revolución en el arte.
El surrealismo pretende desentrañar el sentido último de la realidad, de una realidad más amplia o "superior". Como dijo A. Bretón, quiere desvelar "el funcionamiento real del pensamiento", con "ausencia de toda vigilancia ejercida por la razón". 
Para los surrealistas el descubrimiento de esa realidad más amplia pasa por la reivindicación del subconsciente y del sueño a los cuales otorgan una entidad de igual o mayor importancia que los estados de conciencia. La escritura automática será su instrumento. La escritura automática responde a un mecanismo más elaborado paradójicamente: "Escribid rápidamente, sin tema preconcebido, lo bastante rápido para no sentir la tentación de releeros...la frase vendrá por sí sola, sólo pide que se la deje exteriorizarse". 
Los poetas surrealistas mezclan objetos, sentimientos y conceptos que la razón mantiene separados; aparecen asociaciones libres e inesperadas de palabras, metáforas insólitas, imágenes oníricas y hasta delirantes. Para el surrealista su lenguaje acarrea una densa carga humana, incluso una carga subversiva, en la libera en que libera al propio lenguaje del peso de las pasiones reprimidas.
El surrealismo fue seguido con interés por los intelectuales españoles de los años 30. Existía el precedente de Ramón Gómez de la Serna utilizaba algunas fórmulas vinculables al surrealismo, como la greguería. El primero en adoptar sus métodos fue José María Hinojosa, autor de La flor de California (1928), libro pionero de prosas narrativas y oníricas.
Varios poetas de la generación del 27 en España se interesaron por las posibilidades expresivas del surrealismo. Su huella es evidente en libros como en la sección tercera de Sobre los ángeles y en Sermones y moradas de Rafael Alberti; en Poeta en Nueva York de Federico García Lorca y Un río, un amor y Los placeres prohibidos de Luis Cernuda. Miguel Hernández atravesó una efímera etapa surrealista.
El caligrama (del francés calligramme) es un poema visual en el que las palabras "dibujan" o conforman un personaje, un animal, un paisaje o cualquier objeto imaginable. Este recurso surrealista tiene sus orígenes en la antigüedad y se conservan en forma escrita desde el período helenístico griego. Es una actividad interesante para realizar con niños de Educación Primaria.

La Generación del 98
Tradicionalmente se ha dividido a los escritores de finales y principios de siglo en dos grupos diferenciados: el Modernismo y la Generación del 98. Sin embargo, á pesar de las diferencias entre modernistas y hombres del 98, la separación no es tan clara. En primer lugar, algunos integrantes de la Generación del 98 como A. Machado (por el contenido más que por la forma de escribir) y R. Del Valle-Inclán se podrían incluir, por algunas de sus obras, dentro del Modernismo, y en segundo lugar, porque unos y otros vivieron un ambiente y atmósfera que les unía. Eran "gente nueva" con una nueva estética que rompía con la del siglo XIX; todos abogaban por una profunda renovación lingüística que traería nuevas posibilidades expresivas, y adoptaron también una postura crítica ante las normas sociales y la situación política. Fue una generación que representó un fenómeno importante por cuestionarse la tarea intelectual frente a España y la política española, y plantearse el dilema de una literatura acorde con esas inquietudes. Muchos de sus representantes estaban ligados a la Institución Libre de Enseñanza, que dirigía Francisco Giner de los Ríos. Comparándolo con el movimiento anterior, podemos observar que se trata de una generación mucho más madura.
Fue la primera generación española que tuvo una conciencia clara de su papel rector en la vanguardia política y social. Vieron la necesidad de influir culturalmente en el rumbo de su país. Eran “intelectuales”, personas comprometidas con su tiempo. El escritor, como creador, es parte activa de la sociedad de su época, vive en ella y escribe acerca de sus vivencias. Pero el intelectual no es sólo un creador, sino que es un ciudadano. Es en la ciudad donde desarrolla su trabajo, pues es allí donde están los medios y es a donde se dirige su discurso.
Representantes de este movimiento son Miguel de Unamuno, “El árbol de la ciencia”, “Vida de Don Quijote y Sancho”, Ramón del Valle Inclán, entre otros.
A través de la poesía podemos trabajar con los niños esa cualidad de los poetas de esta generación que pintan paisajes con adjetivos.
A un olmo seco (Antonio Machado)
Al olmo viejo hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el Sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
van trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo, en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

La generación del 27
Los principales integrantes de la Generación del 27 fueron Pedro Salinas (1892-1951), Jorge Guillén (1893-1984), Gerardo Diego (1896-1987), Federico García Lorca (1898-1936), Vicente Aleixandre (1898-1985), Dámaso Alonso (1898-1990), Luis Cernuda (1902-1963) y Rafael Alberti (1902-1999).
En los escritores del 27 es muy significativa la tendencia al equilibrio. Equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, entre una concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y una concepción clásica (esfuerzo riguroso, disciplina,
perfección). Lorca decía que si era poeta "por la gracia de Dios (o del demonio)" no lo era menos "por la gracia de la técnica y del esfuerzo". Entre la pureza estética y la autenticidad humana, entre la poesía pura (arte por el arte; deseo de belleza) y la poesía auténtica, humana, preocupada por los problemas del hombre. Entre el arte para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la claridad, lo culto y lo popular (Lorca, Alberti, Diego). Se advierte un paso del "yo" al "nosotros". "El poeta canta por todos", diría Aleixandre. Entre lo universal y lo español, entre los influjos de la poesía europea del momento (surrealismo) y de la mejor poesía española de siempre. Sienten gran atracción por la poesía popular española: cancioneros, romanceros... y entre tradición y renovación. Se sienten próximos a las Vanguardias (Lorca, Alberti, Aleixandre y Cernuda poseen libros surrealistas; G. Diego, creacionistas); próximos a la generación anterior (admiran a Juan Ramón, Ramón, Unamuno, los Machado, Rubén Darío...); admiran del XIX a Bécquer (Alberti, "Homenaje a Bécquer", Cernuda "Donde habite el olvido"...); sienten auténtico fervor por los clásicos: Manrique, Garcilaso, San Juan, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y, sobre todos, Góngora.
Una generación muy rica, permite con facilidad ser incluida dentro de diferentes temas en educación primaria. Es posible hacer una selección de poesías de estos autores y relacionar cada una con un alumno y ser recitadas al comienzo de cada día (2 o 3 niños por mañana) durante un trimestre. De este modo, todos conocerán y recordarán a estos poetas.

La posguerra
Los años comprendidos entre el final de la guerra (1939) y la muerte de Franco (1975) constituyeron una etapa de búsqueda en la que sucesivas generaciones de novelistas, poetas y dramaturgos configuraron un particular paisaje literario, caracterizado por la vacilación entre el esteticismo y la denuncia social.
La novela de los años 30 (como la poesía) había tendido hacia la rehumanización y el compromiso social. En esta línea se encuentra la literatura de Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel, quienes al acabar la guerra marchan al exilio por su apoyo a la República.
En la inmediata posguerra se hace evidente la ruptura de la natural evolución literaria. Así, la novela no puede enlazar con la narrativa social de los años 30, prohibida por el franquismo, ni parece válida la estética deshumanizada de los años 20. En ese panorama de desconcierto abundan tres tipos de narraciones, todas de estilo tradicional: ideológica, realista y humorística. Hasta los años 50 no comienzan los indicios de renovación. En la década de 1940 sólo hay casos excepcionales y aislados, como C. José Cela (“La familia de Pascual Duarte”) y Carmen Laforet (premio Nadal 1945 - “Nada”).
A estas nuevas voces se les unen poco después otras como la de Miguel Delibes y Ana María Matute. Estos novelistas coinciden en reflejar el desolado mundo de la posguerra desde una perspectiva pesimista y existencial; por eso abundan en sus narraciones los personajes desorientados, tristes y frustrados.
La novela española de esta década recoge pronto las nuevas preocupaciones sociales y abandona la visión existencial de la década anterior. En 1951 Cela publica La Colmena de tono crítico y testimonial, con un amplio personaje colectivo.
A lo largo de la década, el realismo social se intensifica y en el año 1954 alcanza su momento cumbre, pues se publican varias obras de este tipo de Ana Mª Matute (“Pequeño teatro”), Ignacio Aldecoa, Jesús Fdez. Santos, Juan Goytisolo, Carmen Martín Gaite (“Entre visillos”) y Juan García Hortelano (“Nuevas amistades”).
El tema de la novela es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales; la explotación del proletariado y la banalidad de la vida burguesa. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa, se pretende llegar a un amplio público. Los contenidos testimoniales o críticos son más importantes.

Los años 70
El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (1975), permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura, lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero, expurgadas o inéditas, la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.
Los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años son: El carácter aglutinador que Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales y la individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.

Webgrafía

La LOE dice, respecto de la literatura en Educación Primaria:
La lectura e interpretación de textos literarios requieren unas competencias específicas para cuyo desarrollo el currículo selecciona los contenidos que agrupa el bloque 3, Educación Literaria. La educación literaria se concibe corno una aproximación a la literatura desde sus expresiones más sencillas. La lectura, la exploración de la escritura, el recitado, la práctica de juegos retóricos o la escucha de textos propios de la literatura oral, deben contribuir al desarrollo de la competencia literaria, como integrante de la competencia comunicativa, y como un acercamiento a la expresión artística y al valor patrimonial de las obras literarias. Además, no podemos olvidar que a través de la lectura tenemos que ofrecer al alumnado una auténtica educación literaria que facilite el contacto con todos aquellos textos en los que se hace patente la identidad cultural y lingüística de nuestro pueblo y de la humanidad en general. La lectura literaria debe aportar una visión de la lengua como fuente de gozo y de diversión.
La literatura posee características propias y convenciones específicas que se deben conocer para que el lector pueda crear el contexto adecuado. En esta etapa el currículo se centra en favorecer experiencias placenteras con la lectura y la recreación de textos literarios. Se acerca a los niños a la representación e interpretación simbólica, tanto de la experiencia interior como de la colectiva, para crear hábito lector. Los contenidos de este bloque se refieren, por una parte, al conocimiento de las convenciones literarias básicas, especialmente relacionadas con la poesía y la narración, y, por otra, a la aplicación de informaciones acerca del contexto lingüístico, histórico y cultural en el que las obras literarias se han producido, en la medida en que estos datos sean significativos para la interpretación del texto y de acuerdo con las expectativas de un lector de esta etapa escolar.
Si bien la LOE no establece la enseñanza de Literatura Española, en el barrido anterior por su historia pudimos observar que son muchos, los textos, autores y personajes de la misma que resultan valiosos e interesantes para niños de estas edades.
Esto nos pone en la circunstancia de tener que seleccionar y adaptar obras de la literatura española adecuadas a dicha etapa.

Selección y adaptación de obras literarias
Dejando de lado obras de la literatura infantil, cuando utilicemos otras obras debemos seleccionarlas siguiendo criterios basados tanto en la psicología evolutiva, vale decir, textos que sean adecuados para “la edad” que corresponda como encontrar aquellos que se correspondan con los intereses de los niños. Del mismo modo, se seleccionarán fragmentos de las mismas.
Muchos de ellos, además, necesitan de una adaptación. Esto significa que el texto original será modificado pero para ello es necesario conocer ciertos criterios que permiten realizar una adaptación adecuada, o sea que no modifique la esencia de la obra en cuestión.
·         Traducción: es una adaptación que se hace imprescindible para difundir un texto escrito en otra lengua. Dentro de las adaptaciones es la más simple.
·         Cambios de género: cambiar un texto de un género literario a otro. Ej. Pasar un cuento a una obra de teatro.
·         Actualización lingüística: transformar textos escritos en castellano antiguo a un lenguaje más accesible para la edad.
·         Resumen: si bien no es una adaptación propiamente dicha, ciertas historias de la literatura española (El quijote, El Cid campeador) son resumidas para que sea accesibles a los lectores más jóvenes.
·         Adaptación de contenidos: Ciertos personajes de la literatura española son interesantes para que los conozcan los niños, por un lado hay que saber seleccionar los fragmente y por otro, saber adaptar del mismo partes que no sean adecuadas para la edad de los alumnos (Ej. Fechorías de Don Juna Tenorio con las doncellas).

Es importante cuando trabajamos con niños de esta etapa acercarles al universo de la literatura, fomentar las habilidades lectoras y el placer por ese encuentro. Una de las claves está en la selección de las obras y en las adaptaciones pero otra clave, quizás desde mi perspectiva más importante que la anterior, es que el maestro que selecciona y adapta un texto lo haga disfrutando, si un maestro se relaciona con cualquier texto desde su propio placer, su entusiasmo, su anhelo por darlo a conocer a los niños, su actitud (más allá de cuál sea la obra) será la gran puerta por la que entrarán los niños (y él) al maravilloso mundo de la literatura.
De cómo se relacione el binomio niño-literatura dependerá el futuro de ser lector o no. Las edades de los niños de primaria son ideales para realizar este trabajo ya que la curiosidad y la imaginación son dos cualidades características de este período. Seleccionar textos adecuados, si. Adaptarlos de manera correcta, también pero, como dijo Albert Einstein: “Si quieres que tus hijos sean inteligentes, cuéntale cuentos. Si quieres que sean sabio, cuéntales más cuentos.” Debemos contar historias, las más posibles y también leerlas ante ellos, los niños tienen que poder conocer y reconocer que aquello que les es narrado, que vive en los libros que tanto le gusta escuchar, a medida que aumenten sus habilidades lectoras, será una posibilidad personal de interacción con la literatura.
Apunto como importante, darles a conocer la mayor y más variada literatura en esta etapa. Que salgan de la escuela primaria habiendo conocido mucho y con gusto nos asegurará como maestros que cuando sean mayores sabrán buscar y encontrar las historias que necesiten.
Tampoco quiero dejar la imagen de que el entusiasmo y el amor del maestro son suficientes. El trabajo del maestro en este campo es infinito, tanto como se permita ser creativo. Hay historias para todos los temas y para todos los momentos. Lo importante es la investigación que el maestro haga, tanto en términos literarios como didácticos y metodológicos. Pero ese ya es tema de otro bloque.










No hay comentarios:

Publicar un comentario