lunes, 16 de enero de 2012

En un lugar muy lejano, hace mucho, mucho tiempo...

REFLEXIONES PARA UNA PASIÓN
Pensé que me iban a encontrar los reyes sentada frente a mi ordenador, la gran cantidad de información y mi habitual estado de rata de biblioteca me hizo pensar que nunca terminaría de sentir que el trabajo estaba acabado. De hecho no lo está en el sentido que estos trabajos de investigación nunca terminan, siempre hay un matiz que agregar, un aspecto que relatar desde otro punto de vista…
¿Qué aprendí? Como siempre, a poner orden. Tengo acuñada una imagen desde hace muchos años. Uno tiene unos saberes diseminados por todos lados y cuando se dedica a estudiar algo de manera específica, esos saberes diseminados se meten dentro de una bolsita que lleva un nombre, en este caso, literatura folklórica.
¿Y qué más aprendí? Lo inagotable de la fuente de la literatura folklórica, cómo cada lugar de España y del mundo ofrece su punto de vista sobre la vida, las relaciones entre las personas, sus costumbre y hasta sus anhelos.
Como maestra pienso en la importancia que tiene acercar esta literatura a los niños, en especial a los pequeños de primaria que en algún sentido, y si se lo permitimos, todavía viven en el mundo del “Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, en un lugar muy lejano”. Todavía es su momento de encontrarse a gusto en el tiempo sin fecha y los lugares sin nombre ¡inclusive con los personajes sin nombre!
Pero también a los mayorcitos, las historias de caballeros, de juglares, de cortesanos. A las grandes epopeyas y las sabrosas mitologías que les permiten explicarse, una y otra vez y de formas diferente los orígenes del mundo, de los hombres y mujeres. Las hazañas de un poderoso Odín, o cómo es posible que a Tor le hayan robado el martillo y sus peripecias para recuperarlo vestido de mujer. Todas estas historias calan en lo profundo del mundo anímico infantil. Nutren su imaginación, inspiran coraje.
Y simplemente, como adulto enamorado de las historias, fue como abrir un gran portal, descubrir historias desconocidas y sentir, una vez más, que no he leído nada, que nada sé, que el mundo se ha ensanchado.
Todos estos saberes y no saberes, se incluyen en el marco de mis pasiones personales, y siento que el trabajo es inagotable, que queda todo por hacer.
En una entrada anterior a mi blog les contaba que cuando llegué a Galicia descubrí “Todavía nada” en esa biblioteca. Bien, antes de descubrirla, me dediqué a investigar cuentos gallegos de la tradición oral (gallega por supuesto, recordar Finlandia). El material que encontré es verdaderamente maravilloso, el paralelismo de muchas historias con las que ya había leído de los hermanos Grimm me resultó muy sugerente, Verdezuela (de Grimm) se llama Apio en la tradición oral gallega), poder observar cómo los arquetipos se repiten porque nos hablan de “lo humano”, nos enseñan una forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismo. Ahora no recuerdo autores de las investigaciones ni tengo a mano fotocopias de los textos pero os aseguro que disfruté tanto como el tiempo que llevo preparando este trabajo.
Agradezco mucho esta oportunidad (y no me digas pelota, Irune)

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